Sobre la 16 de Septiembre los poblanos le dieron la bienvenida a las reliquias papales.

¡Juan Pablo, segundo te quiere todo el mundo!

Poco se ve. Mucho se imagina, mucho se desea. Es el poder de la fé.

La cofradía del nazareno hace valla. Policías municipales intentan disuadir a unas mujeres que quieren acercarse al vehículo que transporta las reliquias.

Los feligreses agitaban sus banderitas con los colores del Vaticano. Unas adolescentes del Colegio Salesiano gritan al paso del convoy.

Sonriente, monseñor Víctor Espinosa, saluda a la feligresía.

Lanzan rosas blancas a los vehículos.

A las 10 de la mañana el repique de las campanas de la catedral mientras los feligreses hacen fila para ingresar al recinto.

Señoras en sillas de ruedas, mujeres acompañadas de sus esposos; mujeres de la pastoral de la salud, algunas con sombrillas multicolor de la pasada contienda electoral.

—A diez, a diez, las banderas del papa.

A la espera de la misa en el atrio de la Catedral misioneros de la comunidad de la Bienaventuranza repartían volantes de su retiro.

La atmósfera matutina ofrece la vista de la Puebla de los tradicionales valores religiosos.

—Mira, Conchita, son los niños del coro…

A un costado del altar, un grupo coral ensaya, sus voces resplandecen en la mañana fría.

—Asamblea Santa, Pueblo Sacerdotal..

Y luego la versión litúrgica se modifica por las estrofas de amigo en un recordatorio musical de las visitas papales del siglo pasado.

—Ya deben estar en el Colegio Benavente, ya vienen en procesión para acá..

En otra estampa a lo lejos se observa el colorido de la 16 de septiembre, un patrullero le pide a la gente que se suba a la banqueta, desde un café frente al edificio de correos colocan banderas blancas y amarillas de papel; desde los balcones de las viejas casonas los fotógrafos buscan un sitio para la toma panorámica, otra mujer vende postales papales.