Científicos han descubierto en la superficie del Sol unas nuevas manchas solares, las AR 1302, extremadamente activas, que han comenzado a lanzar gigantescas llamaradas solares de clase X -las más poderosas- hacia el espacio. En concreto, la NASA ha registrado dos nuevas llamaras de la intensidad más alta con niveles de 1,9 y 1,4 respectivamente entre el pasado 22 de septiembre y el sábado, días en los que hubo una gran actividad solar, ya que también se han producido una decena de llamaradas de clase media (M) y clase baja (C). Estas erupciones de alta energía parecen dirigirse hacia la Tierra y pueden golpear nuestro campo magnético con gran intensidad en cuestión de días. El fenómeno puede causar daños en nuestros sistemas de satélites y comunicaciones. Rusia incluso ha advertido a su centrales nucleares.

Según explica la agencia espacial norteamericana, la fuente de estas llamaradas fueron las manchas solares 1302 y provocaron un apagón de radio de nivel R3, además de producir un estallido de radio de 10,7 centímetros. Concretamente, entre el 22 y el 24 de septiembre se produjeron un total de 13 explosiones de niveles comprendidos entre el X1,9 de la más intensa hasta el M1,0 de la más débil.

Los expertos destacaron la llamarada de X1,9, de dimensiones similares a las registradas el pasado mes de febrero y a principios de septiembre, lo que, a su juicio, demuestra la gran actividad que se espera para este ciclo solar. En este sentido, el Solar Influences Data Analysis Center (SIDC) declaró que las condiciones geomagnéticas actuales son "tranquilas" pero ha alertado de una posible "inestabilidad de activos" estos días como consecuencia de las últimas llamaradas, lo que aumenta las posibilidades de que una eyección de masa coronal se dirija a la Tierra.

Tormenta Geomagnética

Una tormenta geomagnética (o tormenta solar) es una perturbación temporal de la magnetosfera terrestre. Asociada a una eyección de masa coronal (CME), un agujero en la corona o una llamarada solar, es una onda de choque de viento solar que llega entre 24 y 36 horas después del suceso. Esto solamente ocurre si la onda de choque viaja hacia la Tierra. La presión del viento solar sobre la magnetosfera aumentará o disminuirá en función de la actividad solar. La presión del viento solar modifica las corrientes eléctricas en la ionosfera. Las tormentas magnéticas duran de 24 a 48 horas, aunque pueden prolongarse varios días.