Tal como lo adelanté en este espacio, hoy se efectuará la unción de David Villanueva como auditor mayor del Órgano de Fiscalización, una auténtica farsa que monta el morenovallismo.
La cargada a favor de Villanueva fue más que evidente y hoy culmina el proceso que no es más que un dedazo disfrazado.
¿Y dónde está el maldito cambio?
Esta pregunta es cada vez más común entre los poblanos, quienes cuestionan las actitudes asumidas por el gobierno morenovallista.
Las prácticas son las mismas, lo único que cambiaron fueron los colores y así lo demuestra la flamante administración estatal.
Son las mismas que por décadas utilizó el PRI, las cuales la gente ya no toleró y lo demostró en el pasado proceso electoral, cuando le dio un fuerte revés al priismo.
No cabe duda, esas viejas prácticas continúan y continuarán, porque el ADN del viejo PRI circula por las venas del gobernador Moreno Valle.
Qué decepción para quienes votaron por el proyecto del cambio y la transformación, darse cuenta que las prácticas de sexenios anteriores se repiten de manera inevitable.
Tal y como sucedió en los gobiernos de Melquiades Morales y Mario Marín, el Congreso del estado está convertido en un órgano incondicional del Poder Ejecutivo, dispuesto a cumplir las órdenes y caprichos provenientes del cerro de Los Fuertes.
Lo que veremos hoy con la imposición del nuevo titular del OFS es una repetición de la forma, en la que anteriores gobernadores designaron a personajes incondicionales y obedientes, los cuales les garantizaban la aprobación de sus cuentas pública, así como la disposición para convertirse en “garrote político” de los alcaldes rebeldes.
Esta vez el gobernador que llamó a los poblanos a abrir los ojos, ha decidido el nombre de quien fungirá como el nuevo auditor estatal. Y efectivamente, con los ojos bien abiertos los poblanos seremos testigos de esta imposición.
¿Y dónde está el maldito cambio?