No entiendo, no comprendo o simplemente no “agarro la onda” de lo que sigue sucediendo entre nuestra llamada clase política, para nadie es un secreto que apenas ayer, el PRI le facilitó el paso al todavía presidente de la República, Felipe Calderón Hinojosa, lo legitimó y le garantizó la estabilidad requerida para su mandato. En el Congreso general pactaron e hicieron todo tipo de alianzas para sacar adelante algunas reformas y otras “reformitas” que en nada cambiaron de fondo las cosas en el país.
Los legisladores del PRI y PAN, siempre mantuvieron a raya a la izquierda en el parlamento, la dejaron que protestara o que desplegara sus pancartas, como los conocen, sólo les daban “avión”. Hoy no debemos extrañarnos, la iniciativa preferente sobre la reforma laboral enviada por el Ejecutivo federal, aparte de ser una buena provocación para Enrique Peña Nieto, terminarán por aprobarla estos dos partidos aliados.
Es cuestión sólo de interpretar, durante esté sexenio por terminar, ninguna gran reforma estructural pudieron llevar a cabo quienes nos gobiernan, fueron incapaces de consensar una sola. Siempre se interpusieron sus grandes intereses políticos y los costos que nadie se arriesgó asumir. La reforma energética, fue su principal prioridad y se vino abajo por muchas causas y razones.
Tal vez por eso, la reforma laboral de Calderón, se convirtió en una piedra en el zapato del presidente, fue otra de sus obsesiones personales y ha terminado por impulsarla al costo que sea. Hay que entender que son parte de las recomendaciones de varios organismos internacionales, como el FMI, Banco Mundial o la OCDE, que exigen a los gobiernos grandes reformas hacendarias, sociales, sobre sus recursos naturales y laborales y él quiere quedar bien con estos organismos financieros.
En concreto, nuestro actual presidente quiere reformar las relaciones y derechos laborales de los trabajadores mexicanos, como buen neoliberal, para generar las condiciones necesarias e insertar más a nuestra economía en el mercado global.
Obvio, la nueva elite priista en el poder, no tiene objeción alguna de oponerse, porque son tecnócratas y ambos coinciden plenamente sobre el actual modelo económico. No será casual que puedan seguir manteniendo en su puesto al actual secretario del Hacienda.
Este conjunto de cuadros técnicos no son ningunos improvisados, tienen una buena formación académica sobre el manejo de las políticas públicas y la economía de mercado, son defensores del modelo neoliberal y llevan años en las estructuras burocráticas del gobierno. Saltan en cada sexenio de un lugar a otro, pero se mantienen, no importa el color, no tienen ideas políticas, son fríos y son los que dirigen nuestra economía.
Los cuadros políticos o los militantes por eso no tienen espacios públicos, no les dan “chance” de formarse, porque los partidos que son gobierno de inmediato se llenan de oportunistas, que son los que ocupan esos lugares estratégicos. Los políticos o líderes ahora los ocupan para hacer “grilla”, para dirigir partidos y grupos, para negociar o pactar con las oposiciones.
Además el sector obrero oficial esta en agonía permanente, hace mucho tiempo que dejaron de ser una fuerza importante, perdieron credibilidad y abusaron de sus propios sindicatos. El sindicalismo en México es letra muerta y las cuotas que tenían como diputados en el PRI bajaron, no tienen sector obrero en el Congreso de la Unión.
La clase obrera en nuestro país no está en el paraíso, jamás lo conocerá, sólo un pequeño sector es privilegiado con los beneficios sociales que les da un contrato colectivo de trabajo. Muchos obreros son muy “mamilas”, “payasos” y se desclasan con poquito, mientras una gran mayoría de las trabajadoras y trabajadores mexicanos no tienen nada, ninguna prestación social o beneficios de aseguramiento.
Los millones de mujeres y hombres que trabajan en el mercado informal qué les va a importar dicha reforma, si por años han estado “jodidos”. En nuestro país hay mucha gente que por tener un empleo y ganar algún dinero para poder sobrevivir con sus familias, se emplean bajo condiciones inhumanas e injustas.
Las elites de poder que nos han gobernado, debieron haber brindado las prestaciones sociales para todos los trabajadores y empleados, antes de hacer una reforma laboral que sólo los “joderá” más y en donde los jóvenes serán quien asuman más después sus graves costos sociales.
Ni hablar de la llamada izquierda partidaria, hace apenas unas semanas, los muy, muy coordinadores parlamentarios del PRD, se ufanaban en declarar que respetarían al gobierno electo y en su nueva faceta pos moderna, no protestarían. Para estas horas el Prian y esté jueves en San Lázaro, les ganaran la votación y por mayoría aprobaran dicha reforma laboral.
Por supuesto que nadie se opone a las reformas, más aún cuando éstas sirvan para transformar al país, para la justicia, para mejorarlo, para hacerlo más fuerte y para desarrollarlo en beneficio de todos. Sin embargo habrá reformas que pueden causar daños irreparables para la sociedad, que pueden generar injusticias y violentar nuestras propias instituciones. Aplicar políticas neoliberales de manera cruda, puede destruir el tejido social en México.