El gobernador electo Luis Miguel Babosa va por la construcción de una administración que reduzca notoriamente índices de delincuencia, abatimiento de la pobreza y por incrementar el crecimiento económico. Para ello trabaja hasta altas horas de la madrugada, dicen sus cercanos.

Sabe que el tiempo apremia y que las horas contadas marcarán un antes y un después luego del 1 de agosto, para comenzar el trabajo que le permita alcanzar la meta de mejorar los indicadores poco favorables que van al detrimento del desarrollo de los poblanos. No hay marcha atrás.

Parte de la estratégica del nuevo periodo será la construcción de una percepción positiva tras el largo periodo de polarización social. Para ello cuenta con una dupla a quien le tiene aprecio y reconocimiento profesional: Verónica Vélez Macuil y Pedro Gómez Castillo en Comunicación Social y Puebla Comunicaciones, respectivamente.

Vélez Macuil resistió con tesón las campañas de lodo del pasado, incluso la invasión a su vida privada hasta en dos ocasiones con la incursión delictiva en su domicilio particular; Gómez Castillo acaba de vivir un periodo de acusaciones desproporcionadas de tener vínculos con las herencias del pasado, en medio del fuego cruzado de los últimos días.

Serán sin embargo personajes clave para emprender la tarea que Barbosa ha decidido, a partir de nuevos paradigmas en la toma de decisiones que involucran a los medios a partir de un conjunto de variables: influencia, niveles de audiencia, circulación, interacción en redes y, sobre todo: prestigio del medio.

Dignificar la relación prensa-gobierno, de suyo pervertida en el pasado y modernizar para renovar las dos esferas estratégicas para ofrecer al mass media el rostro del nuevo gobierno.

Puebla Comunicaciones podría vivir un periodo de transformación, reestructuración y nuevo nombre. El encargado de despacho que será ratificado luego de la toma de protesta ya trabaja en ello.

La tarea será compleja pero no imposible. La sociedad deberá sancionar más acciones de un nuevo mandatario que se ha impuesto el reto de hacer un gobierno ajeno a la fatuidad, la ocurrencia y la frivolidad.