Los poblanos celebraremos éste 15 de septiembre con una mezcla de fiestas patrias, Todos Santos y Navidad, ya que la pandemia obliga a una nueva normalidad, donde el mayor de los triunfos será pasar los festejos sin contagiarnos.

A diferencia de otros años, esta vez no habrá verbena, ni festejos en el Zócalo, ni en Los Fuertes; los restaurantes funcionarán con un tercio de su capacidad, convirtiendo a la del Grito, en una noche fría y pasada por agua.

Es verdad que los poblanos ya teníamos experiencia en eso de los Gritos gélidos. Ahí están los momentos de frialdad que se vivieron entre el gobernador Manuel Bartlett y el alcalde Gabriel Hinojosa, al grado de que su último grito del hoy director de la CFE decidió trasladarlo al interior del estado.

Pero no fue el único dueto que tuvo sus roces. Aunque no tan drástico, Melquiades Morales tuvo que hacer gala de su tolerancia y artes políticas para sobrellevar los encuentros en el palacio municipal con Luis Paredes Moctezuma.

Esa civilización no se apreció en las arengas de Mario Marín, principalmente en la primera mitad de su sexenio, en donde se hacían presentes las constantes diferencias con Enrique Doger, donde el frío se percibía a metros de distancia. Con Blanca Alcalá la relación no fue mejor, las fobias con Doger hacían del Palacio Municipal una sucursal del Polo Norte.

Pero sin duda, la relación más hostil entre un gobernador y un presidente municipal de Puebla fue la vivida entre Rafael Moreno Valle y Eduardo Rivera.

Fiel a su estilo, Moreno Valle se adueñó del espectáculo y humilló a Rivera quien, a pesar de ser del mismo partido, era un intruso en su propia casa.

Minutos antes del grito, Rafael le informó que de manera unilateral había decidido retirarle a los policías estatales que estaban comisionados a la capital poblana, por lo cual Lalo se encontraba en la disyuntiva de hacer valer su condición de anfitrión y presidir el festejo y enfrentar sin uniformados la inseguridad en la capital; o aguantar el desplante del arrogante gobernador, quien decidió salir solo al balcón, ordenando que Rivera y su esposa ni siquiera se acercaran a la ventana de Palacio.

Así pues, la rispidez entre los mandatarios en el balcón del Ayuntamiento de Puebla, no será nueva aunque ciertamente despierta el interés de quienes esperarán mañana el encuentro entre el gobernador Luis Miguel Barbosa y la presidenta municipal Claudia Rivera.

Y cuando pudiéramos pensar que ya lo hemos visto todo, no sería extraño que el anecdotario de los gritos en Charlie Hall creciera con uno más de los históricos desencuentros.

¿Será una noche tersa o volverá la tensión a Palacio?

Veremos y diremos.

Atípico y pandémico

Este martes durante el segundo Grito de Miguel Barbosa, en el zócalo de la capital se escuchará el eco cuando haga la arenga, pero no retumbarán los vivas que durante más de cien años se escucharon en la plaza principal.

Algunos reunidos en sus casas estarán recordando a familiares, amigos, o conocidos que fueron víctimas de la pandemia. Otros más estarán realizando un festejo muy medido, extremando las medidas para evitar los contagios.

Y cómo si se tratara de Navidad, en muchos hogares habrá una cena, sólo que en lugar de luces, y esferas, serán las banderas.

En lo político también influirá el coronavirus ya que la ceremonia del Grito, previo al año de la elección, era utilizada por algunos políticos, como una pasarela, para acercarse al gobernador, tomarse la foto, y presumirla, en si se trataba de un currículum electoral para tratar de influir en el partido en el poder y sacar una candidatura.

Hoy los políticos sólo se mostrarán en las redes sociales, tratarán de presumir que son bastante mexicanas o mexicanos, con un sombrero y un tequila.

Otros mantendrán la guerra mediática para tratar de ganar algún punto, aunque en éstos momentos realmente no hay nada para nadie, el proceso electoral arrancará con una enorme incertidumbre.

En fin, aún y cuando muchos dicen que no hay nada que festejar, hay que reconocer que estamos vivos, un grito de Viva México que no cae mal en éstos momentos, pero eso si hay que cuidarse con todo.