Al gobernador Rafael Moreno Valle y al secretario general de Gobierno, Fernando Manzanilla Prieto, simple y sencillamente sus operadores políticos les han fallado y están a punto de meterlos en un aprieto.
De por sí la relación de la administración estatal es ríspida con varias organizaciones sociales, el problema con Antorcha Campesina es algo que debe medirse en su justa dimensión.
La central campesina que encabeza Aquiles Córdova Morán tiene presencia nacional y fortaleza en varios estados de la República, por lo que es capaz de parar de cabeza a la entidad en caso de que realicen sus conocidas marchas y plantones.
Cuentan que el dirigente estatal de esta organización, Juan Celis Aguirre, ha sido maltratado por los operadores del secretario general de Gobierno, el cual tal vez es ajeno al pésimo trabajo que se ha realizado con esta organización, la cual amenaza con realizar manifestaciones para que sean atendidas sus demandas. Antorcha Campesina es una organización a la cual se le pueden criticar muchas cosas, menos que no sea sería y que no cuente con un grupo homogéneo de seguidores capaces de cualquier cosa para reivindicar sus demandas.
Se sabe que la organización campesina ha buscado por diferentes medios llegar a acuerdos con la administración morenovallista, pero no solo han sido ignorados, sino hasta maltratados y amedrentados.
La amenaza latente de una ruptura con Antorcha está ahí para la administración estatal, la cual tal vez debería de replantear su estrategia de “mano dura” para frenar todo tipo de acciones. Creo que nadie está a favor de la ilegalidad, pero también lo que se busca es que se privilegie el diálogo por el bien de Puebla.

La sombra de Marín en el PRI poblano
El exgobernador Mario Marín Torres, según algunas voces, aún tiene injerencia en las decisiones del PRI poblano y su influencia es tal que dicen que el auténtico patrocinador de la campaña del tricolor en Puebla será el exmandatario.
Algunos aseguran que su estructura es la única que puede dar a batalla el próximo 1 de julio para tratar de nivelar las cosas en Puebla, entidad en donde a pesar del optimismo de los candidatos del tricolor este partido no las trae todas consigo.
Y es que aunque al exgobernador le han pedido que no dé la cara, sabedores de que su presencia lejos de sumarle a Peña Nieto le resta, también el CEN del PRI sabe que en Puebla no hay muchos recursos luego de que perdieron el gobierno del estado y que la única bolsa generosa que está a la mano es la del defenestrado exmandatario.
De ahí que, por ejemplo, digan que fue el propio Mario Marín Torres quien influyó en la decisión para que la diputada María Isabel Merlo Talavera fuera nombrada suplente de la expresidenta municipal de Puebla, Blanca Alcalá Ruiz.
También se dice que el exgobernador ha ofrecido que lo que aun queda de su estructura cobije a varios candidatos del tricolor, partido que en Puebla redujo su meta original de un millón 200 mil votos que le prometieron a Peña Nieto, a sólo los 890 mil que tuvo en 2010 Javier López Zavala.
Marín se mantiene como la “sombra” del priismo poblano, y sea cierto o no que el exgobernador tiene las manos metidas en el tricolor, su figura esta ahí para bien o para mal del expartidazo. Después de todo, el grave problema que enfrentará el PRI en esta campaña no sólo es enfrentar a la estructura del gobernador Moreno Valle y de los candidatos del PAN —que además tiene en sus manos al gobierno federal y al de Puebla capital—, sino obtener recursos para financiar la campaña, los cuales no serán lo generosos que eran en otros años, cuando se recompensaba a los mecenas con obras y canonjías.
La próxima campaña electoral que arrancará en unos días dejará en claro qué tan metidas o no tiene las manos el exgobernador en el priismo poblano. Habrá que seguir la ruta del dinero.