Alguien se le ocurrió levantar una piedra que se encontraba encima de la Octava Comandancia de la Policía Ministerial del Estado (PME), la que se ubica en la Diagonal Defensores de la República y la 10 Poniente, vecina de la Mesa de Tramite de la Delegación Norte, y comenzaron a salir cucarachas, víboras prietas y tepocatas que se arrastraron hasta la Subdirección de Metropolitana y amenaza con llegar a otras área de más importancia.
Resulta que un elemento en activo de esta Octava Comandancia no solamente protegía sino que capitaneaba a una red de maleantes —hombres y mujeres— dedicados al “fardeo” o robo al interior de centros comerciales, lo que se volvió en uno de los negocios ilícitos del momento, donde también han sido implicados el comandante Rubén Flores Alarcón, además del subdirector metropolitano Marco Antonio Méndez, quien tiene como clave ser “Oro” en los mandos de la corporación.
De manera inicial le voy a comentar que este fin de semana ingresó al Centro de Reinserción Social (Cereso) de San Miguel el agente Jesús Emmanuel Martínez Casares, placa 418, adscrito a la Octava Comandancia, como presunto responsable del delito de robo calificado y quien fue detenido por elementos de la Policía Estatal Preventiva (PEP), junto con dos mujeres quen fueron detenidas por robar prendas de vestir en una tienda comercial del centro de la ciudad.
Como el caso esta “tapado”, para que no se conozcan las “cochinadas” en las filas de la ministerial, no se ha informado de lo ocurrido, sin embargo, se sabe que los uniformados detuvieron a las dos mujeres acusadas por robo y que el agente ministerial trató de rescatar, pidiéndole a los uniformados que las dejaran libres y se refirió a ellos como “compañeros”.
El agente que le comento debió de haber salido en una noticia de televisión hace algunas semanas, cuando cortó cartucho a un rifle R-15, para respaldar la detención de otros policías acusados de secuestro exprés y muchos policías lo vieron, y parece que no lo olvidaron ni lo perdonaron.
El caso es que las dos mujeres y el agente fueron trasladados a la Delegación Popular del Ministerio Público, donde se integraron las investigaciones y de ahí todos los sospechosos fueron trasladados al Cereso, para que queden sujetos a un procedimiento penal.

Pero ahí no quedó todo


El procurador general de Justicia fue enterado que a las “farderas” se les conoce por robar prendas de vestir y valores de centros comerciales, forman parte de una red que se dedica a lo grande a este ilícito y todos estos tenían o tienen como “parada” o centro de operaciones las oficinas de la Octava Comandancia de la Policía Ministerial.
Que un jefe de grupo de la ministerial fue el encargado de hacer las presentaciones y que el comandante de esta octava comandancia esta directamente implicado en proteger a esta banda de “farderas”.
Que es en esta comandancia donde estos delincuentes llegan a vender lo robado a mitad de precio y que ahí mismo elaboran planes para otros robos, en grandes cantidades.
De ahí mismo salió que el “comandante Oro”, realiza esporádicas visitas a esa Octava Comandancia, sólo para que le llenen la cajuela de su vehículo de parte de lo que es robado en centros comerciales y que éste mismo comandante se estaría “reportando” con otros jefes más.
Así las cosas, el delito del robo mediante el “fardazo” es una de las actividades que benefician a servidores públicos como los de la Policía Ministerial.
¿Qué le parece?

Y que se acaban otra patrulla


De lo que le comente muchos pensaron que el hecho de que el comandante de la Octava Rubén Flores Alarcón se pasara el fin de semana haciendo antesala en las oficinas de su jefe, Juan Luis Galán, era porque lo iban interrogar por todo el escándalo de los farderos, pero no fue así.
Dos de los agentes allegados a este comandante, el placa 108 y otro de apellido Carcamo, en completo estado de ebriedad destrozaron por completo una patrulla y su presencia sólo era para “entrarle”, para que se siga ocultando más estiércol debajo de las alfombras del moderno edificio de la Procuraduría General de Justicia.
Nos vemos cuando nos veamos.