Por segunda ocasión se celebró el 4 de septiembre el Día Mundial para la Salud Sexual. El tema para este año fue “La salud sexual de los jóvenes: derechos y responsabilidades compartidos”.
Según el Fondo de Población de las Naciones Unidas (UNFPA), el número de personas jóvenes es el más grande en la historia de la humanidad. Hay mil 200 millones de jóvenes entre 15 y 24 años en el mundo.
De ahí la importancia que el tema central que se coloca al centro del debate vaya dirigido a los jóvenes. La Asociación Mundial para la Salud Sexual (WAS), la convocante, es una organización de carácter mundial que agrupa a 82 instituciones, así como a diversas organizaciones no gubernamentales y universidades en favor de la salud sexual.
La población joven en general puede verse afectada por muchas problemáticas sexuales. Sólo con rescatar uno de los datos dados a conocer por el propio UNFPA, con motivo de Día Mundial de la Población 2011, entendemos su magnitud. “En todo el mundo casi el 23% de todas las personas seropositivas es menor de 25 años. Los jóvenes de 15 a 24 años representan el 41% de los nuevos infectados”.
La salud sexual es definida por la Organización Mundial de la Salud y la WAS como “un estado de bienestar físico, emocional, mental y social relacionado con la sexualidad y no es solamente la ausencia de enfermedad, disfunción o incapacidad. Para que la salud sexual se logre y se mantenga, los derechos sexuales de todas las personas deben ser respetados, protegidos y ejercidos a plenitud”.
El tema sin duda genera todavía discusiones, derivado principalmente de los tabúes y mitos existentes. Muchas personas todavía piensan que cuando se aborda la salud sexual se está hablando exclusivamente de “relaciones sexuales” y a partir de eso sostienen erróneamente que otorgar información, educación y hasta atención a los jóvenes en este tema genera libertinaje, que aumenta la precocidad sexual en los jóvenes, sin percibir que la salud sexual va mas allá de los genitales; deriva en atender los factores biológicos, psicológicos, sociales, económicos, culturales, legales históricos, políticos, religiosos y espirituales que deben ser parte del diseño de políticas públicas correctas dirigidas a la juventud y los estados deben asumir esta responsabilidad, de manera que la juventud disfrute de sus vidas de una manera más sana.
Concientizarnos todos acerca de lo que significa la salud sexual es también responsabilidad nuestra y requiere de nuevas formas de pensar, así como de la cooperación y voluntad política de las instituciones de salud y de educación tanto públicas como privadas que permita atender las necesidades de 215 millones de mujeres jóvenes de países en vías de desarrollo que quieren planificar y espaciar sus embarazos, pero no tienen acceso a anticonceptivos o no tienen información que les permita hacerlo y con eso mil mujeres cada día mueren a causa de complicaciones en el embarazo y parto (datos oficiales del UNFPA).
La salud sexual es el resultado de un ambiente que reconoce, respeta y ejerce los derechos sexuales que son (*):
1.    El derecho a la libertad sexual. La libertad sexual abarca la posibilidad de la plena expresión del potencial sexual de los individuos. Sin embargo, esto excluye toda forma de coerción, explotación y abuso sexuales en cualquier tiempo y situación de la vida.
2.    El derecho a la autonomía, integridad y seguridad sexuales del cuerpo.
Este derecho incluye la capacidad de tomar decisiones autónomas sobre la propia vida sexual dentro del contexto de la ética personal y social. También están incluidas la capacidad de control y disfrute de nuestros cuerpos, libres de tortura, mutilación y violencia de cualquier tipo.
3.    El derecho a la privacidad sexual.
Este involucra el derecho a las decisiones y conductas individuales realizadas en el ámbito de la intimidad, siempre y cuando no interfieran en los derechos sexuales de otros.
4.    El derecho a la equidad sexual.
Este derecho se refiere a la oposición a todas las formas de discriminación, independientemente de sexo, género, orientación sexual, edad, raza, clase social, religión o limitación física o emocional.
5.    El derecho al placer sexual.
El placer sexual, incluyendo el autoerotismo, es fuente de bienestar físico, psicológico, intelectual y espiritual.
6.    El derecho a la expresión sexual emocional.
La expresión sexual va más allá del placer erótico o los actos sexuales. Todo individuo tiene derecho a expresar su sexualidad a través de la comunicación, el contacto, la expresión emocional y el amor.
7.    El derecho a la libre asociación sexual.
Significa la posibilidad de contraer o no matrimonio, de divorciarse y de establecer otros tipos de asociaciones sexuales responsables.
8.    El derecho a la toma de decisiones reproductivas, libres y responsables.
Esto abarca el derecho a decidir tener o no hijos, el número y el espacio entre cada uno, y el derecho al acceso pleno a los métodos de regulación de la fecundidad.
9.    El derecho a la información basada en el conocimiento científico.
Este derecho implica que la información sexual debe ser generada a través de la investigación científica libre y ética, así como el derecho a la difusión apropiada en todos los niveles sociales.
10.    El derecho a la educación sexual integral.
Este es un proceso que se inicia con el nacimiento, dura toda la vida y debería involucrar a todas las instituciones sociales.
11.    El derecho a la atención de la salud sexual.
La atención de la salud sexual debe estar disponible para la prevención y el tratamiento de todos los problemas, preocupaciones y trastornos sexuales.
Los derechos de salud sexual son derechos humanos fundamentales y universales.
(*) Asociación Mundial para la Salud Sexual (WAS)