Muchas son las razones que explican la división en el Partido Revolucionario Institucional. Una de ellas, sintomática, la ofreció la semana pasada el aún diputado federal por Teziutlán, Víctor Díaz Palacios. 
No fue capaz de mover un dedo para que su partido mantuviera la diputación en el distrito 3 del que él mismo es representante, pero le puso nombre y apellido a la responsable de esa derrota: Isabel Allende Cano, la dirigente priista por quien casi nadie apostó en el proceso del 7 de junio.
Nancy de la Sierra, la candidata a diputada federal por ese distrito de la  serranía poblana que se encerró en una burbuja perdió frente a un aparato que apoyó al morenovallista de cepa, Juan Pablo Piña Kurczyn. Eso no es ajeno a Díaz Palacios, tan asiduo a reunirse en privado con el gobernador del estado. 
“Si hay una culpable de la derrota en mi distrito, a pesar de los beneficios que he logrado; es una mujer, simple y llanamente Ana Isabel Allende Cano”, dijo el legislador al periódico Cambio el martes 28.
Nada que celebrar, les recordó a los priistas por haber obtenido nueve de los 16 distritos en disputa, en comparación con los 12 con los que ahora se cuenta. 
Sólo faltó un detalle al diputado lenguaraz que vio la paja en el ojo ajeno: él mismo junto a José Luis Márquez, Filiberto Guevara González, Javier López Zavala y Jesús Morales Flores forman parte del bloque priista que tiene el morenovallismo en el bolsillo. 
No se puede considerar a Díaz Palacios como un novel en la esfera política; ha sido diputado federal al Congreso de la Unión en la LV y la LVIII; en el ámbito partidista solo le falta ser presidente, pues su currícula abarca desde secretario adjunto, delegado del CEN y secretario del Consejo Político.
Las relaciones que ostenta lo ubican al lado de gobernadores como los Duarte (Javier, el de Veracruz y César, de Chihuahua), entre otros muchos personajes en la escena nacional. Es un iniciado junto al exgobernador Melquiades Morales, un político al que mucho se le puede cuestionar, menos la prudencia.
Y con toda esa trayectoria, Víctor Díaz Palacios, el político de la vieja guardia, rompió un viejo paradigma en las filas militantes de su partido: levantar la voz contra su propia dirigencia a quien dejó en el camino de la contienda para ser planchados por la aplanadora del gobernador panista.
A menos que la miopía política tan frecuente entre quienes ven caducar vigencia y militancia en el ocaso de la trayectoria, solo se puede explicar esa conducta pública a la luz de un conjunto de razonamientos.
Suena a insidia la crítica del diputado federal y parece encargo de un tercero interesado en profundizar el encono y la desconfianza existente entre los priistas, tan dados todos a tirar el dardo de la descalificación y esconder la mano. Solos se hacen la maldad.

En el sótano…

Se esfuma el sueño presidencial. Durante los últimos años han ocupado todo el tiempo y dinero a la construcción de un proyecto nacional que parece no haber cuajado después de ver la encuesta publicada por Grupo Reforma. 
Lo números no admiten duda. Del 100 por ciento de los entrevistados consultados, 77 por ciento no votaría por el gobernador Rafael Moreno Valle; de los líderes encuestados, 92 por ciento no le daría su voto. 
El portazo debió haber sido duro, sobre todo si el estudio demoscópico viene de un grupo de medios que en la campaña electoral pasada fue el único en anticipar con la holgura del caso el triunfo de Jaime Rodríguez “El Bronco”, en Nuevo León, cuando el resto de las casas encuestadoras lo daban por muerto.
Para el consumo nacional, el dato que preocupa a los grupos de poder es en realidad la posición de Andrés Manuel López Obrador. Ese es un dato que por sí solo levantó cejas en todo el país.