¿Habrá en este país alguien que se trague el cuento de que los consejeros nacionales del Instituto Nacional Electoral actúan con total autonomía?
Al igual que como sucedió en Puebla, los miembros del Consejo General del INE son el resultado de las cuotas de los diferentes partidos políticos.
Nos guste o no, sus decisiones están supeditadas a intereses superiores, en donde la repartición de espacios está ligada a los acuerdos de la élite política nacional.
Si bien es cierto que hoy los medios, tanto nacionales como locales representamos un dolor de cabeza para quienes burdamente utilizan el poder, también es un hecho que al final terminan haciendo lo que mejor les plazca, sin importarles que al agacharse se les vean hasta las anginas.
Lo sucedido en el Consejo General del INE la semana pasada —y sabiendo que cada decisión viene palomeada desde lo más alto— debe poner a pensar a los poblanos y sobre todo a los priistas, sobre las verdaderas intenciones de su partido de ganar Puebla.
No es casualidad que haya sido Puebla en donde se dieron los nombramientos más burdos y cuestionados de todos los estados en donde se conformaron las OPLE.
Y sobre todo porque después del escándalo mediático generado por la designación de cuando menos tres de los consejeros, pese a estar plenamente identificados como empleados morenovallistas, solo hayan decidido bajar de la presidencia a Mirón Thomé —a quien finalmente lo mantuvieron como consejero de seis años—, para entregarle la presidencia a otro fiel escudero del Señor de los Cerros, como Jacinto Herrera.
Y para rematar, ayer por la noche, en la comisión del Senado encargada de perfilar a los que serán los magistrados electorales en Puebla, los senadores priistas doblaron las manos ante los intereses de los panistas y perredistas, quienes al parecer se despacharon nuevamente con la cuchara grande, quedándose con cuando menos dos de las tres sillas en el Tribunal Estatal Electoral.
Por donde se le vea es más que evidente que entre Casa Puebla y Bucareli existe un acuerdo y que los pataleos partidistas demuestran que existen dos rutas muy distintas para el tricolor: por un lado, la que busca desde Insurgentes Norte ganar la gubernatura bajo la batuta de Manlio Fabio Beltrones; y por otro, el de Bucareli, donde se preocupan más en respetar y prolongar los acuerdos con el Señor de los Cerros, que en hacer valer su peso y fuerza política.
Es evidente que el señor Osorio Chong ve con buenos ojos encontrarse en la misma boleta al mandamás poblano, lo que confirma que de entre los panistas es visto como el suspirante más cómodo de todos.
A ver si no —de tanto futurear— terminan ambos personajes fuera de las boletas del 2018, porque para nadie es un secreto que este 2015 ha resultado desastroso para los dos soñadores.

La ruta de AMLO

Y mientras algunos han visto cómo sus sueños presidenciales van en caída libre, el que no cede es Andrés Manuel López Obrador, quien hoy inicia gira por Puebla.
Por más Broncos y Margaritas que aparezcan como independientes y por más que se esfuercen panistas y priistas en descarrilar las apetencias de AMLO no han podido restarle fuerza a este tren que tiene como estación final la residencia de Los Pinos.
Tradicionalmente, la visita del propietario y líder de Morena sirve como marco para una brutal arremetida en contra del gobernador poblano.
Cada vez que arriba a Puebla, Andrés Manuel aprovecha cada momento para lanzarse en contra de Moreno Valle, a quien le ha endilgado toda clase de calificativos.
Habrá que ver si en esta gira se confirma que el candidato de Morena va a ser el académico universitario Abraham Quiroz, en lo que sería un lastre para el partido morado, o si recapacitan y buscan a un candidato con mayor carisma y popularidad.
Por lo pronto, la presencia de AMLO en Puebla siempre es noticia y habrá que estar pendientes para conocer el tono del discurso en contra de quien ha hecho de Puebla uno de los estados con los mayores índices de ingobernabilidad.