Dice el refranero que “nadie sabe para quién trabaja”.
Y ahora, el trabajo que durante años realizó el Señor de los Cerros para consolidar una alianza entre el PAN y PRD para las elecciones en 2016 y la presidencial de 2018 está a punto de desvanecerse con el arribo de Agustín Basave Benítez a la presidencia del PRD, quien abiertamente dijo que su prioridad es lograr una gran alianza, pero con las izquierdas y en específico con Andrés Manuel López Obrador.
Sobra decir que jamás mencionó a la derecha y mucho menos al Partido Acción Nacional, con el que se presumían acuerdos previos para el 2016, cuando menos en cuatro estados del sureste del país. 
Hay que decir que Moreno Valle hizo acuerdos con los Chuchos y con Carlos Navarrete para concretar la alianza PAN-PRD en Puebla, Veracruz, Oaxaca y Tlaxcala, siendo en dos primeros estados para un candidato azul y los dos restantes para candidatos perredistas.
Sin embargo, el sábado trascendió que tras ser electo como dirigente del Sol Azteca, Basave lo primero que hizo fue una llamada telefónica y aunque no se concretó la llamada, el personaje al que le hablo era Andrés Manuel López Obrador.
Todo indica que Basave —en congruencia a sus ideales de izquierda— dará prioridad a las alianzas con partidos afines y uno de ellos es Morena.
El nuevo dirigente tiene claro que para tener una verdadera oportunidad de triunfo en 2018, lo primero que deberá hacer es no aceptar la coalición con el PAN en 2016, o de lo contrario, quedarían supeditados a los intereses del PAN.
Esta situación prende los focos rojos en la casona de Los Fuertes, una vez que Los Chuchos entraron en un proceso de desgaste, y donde el Consejo Nacional dejó en claro que apoyarán a su nuevo dirigente y sobre todo para respaldar su marcada intención de romper cualquier pacto previo con la derecha.
Por increíble que parezca, después de tanto trabajar la alianza con el PRD por parte de Moreno Valle, quien podría terminar capitalizándola es Andrés Manuel López Obrador.

Se tambalea el bautizo del estadio

Después de las publicaciones de Intolerancia Diario, en donde quedó al descubierto el truculento concurso para rebautizar al estadio Cuauhtémoc y en las que se revelaron parámetros de 1.5 millones de dólares anuales en estadios similares, el día de ayer, el gobernador Moreno Valle abrió la posibilidad de declarar desierta la licitación.
La lógica para entender las dimensiones del negocio pactado bajo la mesa es muy simple.
Si la concesión del nombre del estadio es por 15 años y el parámetro anual en estadios similares es de 1.5 millones de dólares, la empresa ganadora debe ofrecer 45 millones de dólares, lo cual representa una cifra cercana a los 800 millones de pesos.
Cualquier cifra por debajo de los 800 millones, implica que esa diferencia es el monto del negocio.
De ahí que se haya retrasado el fallo y que el propio Moreno Valle haya tenido que reconocer que se puede declarar desierta.
O acaso, ¿serán tan cínicos anunciar a un ganador de la licitación, pese a que los números los desnudan?
Veremos y diremos.