Todas las aberraciones que rodean la reinauguración del estadio Cuauhtémoc son la culminación de esta absurda obra morenovallista.
De entrada, tal y como lo comenté en mi anterior columna, la licitación para designar a la empresa ganadora de los derechos sobre el nombre del estadio sigue sin definirse, después de que Intolerancia Diario reveló el turbio y jugoso negocio que se esconde detrás de este proceso adjudicatario.
A ocho días de su inauguración, el estadio aún espera para saber si le colgarán el nombre de un banco, de una fábrica de cobertores, de una marca de pinturas o si el gobierno aborta la misión y le ponen confirman el nombre con el que popularmente ya se le conoce: “El Chiquihuite Azul”.
No sería descabellado, sobre todo si junto a este, luce desde hace décadas el también bautizado por el pueblo cómo Monumento al Taco.
Al final, el canasto o “Chiquihuite Azul” embona perfectamente en este “paisaje culinario”, porque de algún lado tenían que sacar las tortillas para gigantesco tacazo.

El estadio, como señorita

Y como las señoritas, si de algo ha sufrido el nuevo estadio morenovallista es de retrasos.
De acuerdo con la página de transparencia de la Secretaría de Infraestructura y Transportes, el proyecto original de remodelación y ampliación del estadio Cuauhtémoc debió finalizar el 24 de agosto; sin embargo, los retrasos eran previsibles desde enero; para el 11 de septiembre la obra presentaba un avance del 49.77 por ciento.
El domingo 11 de enero, el gobernador Moreno Valle aseguró que el estadio Cuauhtémoc estaría listo para el 15 de septiembre, en ese entonces se dijo que costaría 488 millones 427 mil 593 pesos.
“Mejor digamos que para el 15 de septiembre para darle margen —a Infraestructura—”, dijo entre risas Moreno Valle, ante la mirada complaciente del entonces titular de la SIT, Cabalán Macari, a los reporteros.
Posteriormente, en agosto Fox Sports informó que el martes 13 de octubre sería la fecha para la reinauguración del inmueble mundialista, el duelo entre el Tri frente a Panamá serviría para presumir la nueva casa del Puebla de La Franja; sin embargo, no fue así, los trabajos no concluyeron para esa fecha.
El partido se tuvo que jugar en el Nemesio Díez, pese a la molestia del estratega de Panamá Hernán Darío Gómez.
El entrenador colombiano indicó que en un principio se había manejado que dicho encuentro se llevaría a cabo en Puebla.
“Nos habían dicho que este partido iba a ser en Puebla, entonces empezó sin ser tan amistoso, nos tiraron para Toluca y eso no está bien, nos habían pintado otra cosa, si lo hubiera sabido no lo hubiera aceptado”, sentenció.
El pasado 4 de noviembre, Intolerancia Diario publicó que los trabajos de remodelación del estadio debieron concluir el 31 de octubre.
Según la página de transparencia de la Secretaría de Infraestructura y Transportes marca que las obras de remodelación serían del martes 21 de octubre 2014 al sábado 31 de octubre.
Sin embargo, la empresa Acapro de Hidalgo SA incumplió lo contemplado en la concesión y número de contrato OP/LPN049/SI-20141098.
Como se darán cuenta, después de un largo viacrucis, el estadio será inaugurado con tres meses de atraso, evidenciando el tortuguismo de la Secretaría de Infraestructura, particularmente de Cabalán  Macari, quien es el más ineficiente de todos los funcionarios del actual sexenio, pero que goza de la complacencia de su amigo el gobernador.

El colmo para el estadio de RMV

Por si algo le faltaba a este estadio, es que después de esta larga espera, el Puebla —en caso de lograr la calificación— estaría imposibilitado para jugar la liguilla en su nueva casa, toda vez que no la registraron en la FMF para este torneo.
De acuerdo a versiones de medios deportivos nacionales, el Puebla tendría que jugar en CU y no en su flamante y costoso inmueble.
Sería el colmo que después de tantos años y de haber gastado 700 millones de pesos, la afición no pudiera apoyar a su equipo en el estadio que tanto dinero nos costó a todos los poblanos.
Ver para creer.