Lo que en Casa Puebla se pensaba sería motivo de júbilo y celebración, terminó como un enorme cachondeo en las redes sociales.
La ceremonia de reinauguración del estadio de futbol tras la millonaria remodelación y ampliación del Chiquihuite Azul no deja de ser motivo de mofa para algunos y de indignación para otros, conforme van saliendo a la luz todas las barbaridades, caprichos y transas al rededor del inmueble dos veces mundialista.
El día de ayer se sumó el escandaloso tema de las minipantallas colocadas en las esquinas del estadio, que contrastaron con las pantallas gigantes propuestas en los renders originales.
Nada más falta que inviten a los aficionados a llevar sus binoculares para poder disfrutar de las pantallas “gigantes”.

Vergüenza debería darles el presentar al nuevo estadio como de nivel mundial, cuando existen parámetros recientes como el del estadio de Monterrey.


Es impresionante ver cómo el proyecto original va quedando en el olvido, disminuyendo en la calidad de los materiales y ahora en las dimensiones de las pantallas prometidas.
Aquí lo único que no baja es el monto financiero de la obra, pero en todo lo demás, el estadio terminó en una copia chafa del majestuoso Allianz Arena del Bayern Munich.


Al góber le dan asco las cemitas

Aunque usted no lo crea, el perfumado Señor de Los Cerros decidió que los famosos puestos de cemitas que tradicionalmente rondan el estadio no podrán instalarse, porque ensucian visualmente el estadio morenovallista.
Así las cosas, las famosas cemitas de milanesa con papas fritas del bigotón pasarán a la historia porque al gobernador le parecen de nacos.
Sin embargo, una de las empresas preferidas del gobierno dedicadas a servir banquetes en los eventos de Moreno Valle será la encargada de preparar las cemitas que se venderán en el interior del estadio.
Así, los aficionados camoteros podrán degustar cemitas gourmet preparadas por los mismos chefs y las mismas manos que elaboran los platillos de Casa Puebla.
¡Vaya honor!
Olvídense del sabor de las cemitas sudadas del Capi o del olor a camarones del jarocho del sombrero de palma.
Ahora sabremos a qué saben las cemitas a la alta cocina con milanesas de lomo y aceite de olivo y dejaremos a un lado el cochambre del aceite quemado en la papa frita y la milanesa cubierta de pan duro.
¡Gracias Rafa!
Sin duda, el gobernador piensa por nosotros y nos liberó de ese olor que en el minuto 85 de cada partido venía a nuestra mente y que nos hacía formarnos por una hora con tal de comernos una de esas grasosas pero deliciosas cemitas.
Es el precio de tener a un gobernador que se puso la de La Franja por primera vez en el lujoso palco principal, y que prefiere las pizzas hawaianas y los sándwiches de mantequilla de maní, antes que las cemitas y las tortas compuestas.

Ojalá se diera una vuelta por el AT&T Stadium de los Vaqueros de Dallas para que vea —además de su mega pantalla— que hasta sus amados gringos, colocan asadores en los estacionamientos del estadio para hacerse su barbecue.
Quizá al verlo, pensaría que es chic y no de nacos y se desistiría de la idea de suprimir a los vendedores de cemitas.
Porque si comer cemitas grasosas envueltas en papel de estraza afuera del estadio es de nacos, debo confesar que soy el más naco del mundo.