La visita de Andrés Manuel López Obrador a 17 municipios de Puebla, la semana pasada, no fue únicamente para darle un par de coscorrones al Señor de los Cerros, también sirvió para realizar una evaluación de cómo va su gallo para la mini gubernatura; sin embargo, se llevó tremenda decepción.
El llamado promotor de la soberanía, Abraham Quiroz Palacios, no levanta ni un suspiro. Si bien el académico es una persona seria con prestigio y goza de buena reputación, la realidad es que los números no le favorecen. 
AMLO se percató y se ve obligado a reajustar el tablero electoral. Aún así le recomendó al académico continuar con su encomienda.
Meses atrás, muchos daban como un hecho que el académico y viejo militante de la izquierda sería el abanderado de Morena para la mini; sin embargo, se equivocaron
Es bien sabido que si un estado le interesa a López Obrador ese es Puebla.
Ahora la cúpula estatal de Morena tienen la encomienda de comenzar a medir a los aspirantes, habrá encuestas y se tomará a los mejor posicionados, quienes deberán ser electos por consejos municipales y distritales para evitar el clásico dedazo.
Se comienzan a manejar los nombre de René Sánchez Galindo, Fernando Jara, y por qué no, en un futuro, como lo señalamos hace algunos meses, el de Beatriz Gutiérrez Müller.
En la menta del mandamás de Morena esta aún fresca la traición que le hizo, hace 9 años, el entonces diputado local Rafael Moreno Valle, quien se comprometió a ir con la izquierda en el proceso electoral del 2006; sin embargo, de la noche a la mañana abortó la idea y se fue con los panistas. 
Las condiciones ahora son diferentes, el tabasqueño busca que todo lo que haga sea calculado, que no exista errores, como tener un candidato débil, pues viene a Puebla a cobrar esa factura, una traición que le resto voto en las polémicas elecciones en donde Calderón lo venció.
Veremos si Morena y su dirigente impulsan una candidatura fresca y con arraigo. O repiten formulas ya vistas por partidos de izquierda.
La moneda está en el aire.


La opacidad en el Chiquihuite azul

El gobierno se aferra a la idea de ocultar la información concerniente a cada uno de los caprichos del Señor de los Cerros. El nuevo caso lo leímos esta semana en las páginas de Intolerancia Diario.
Ahora, el inquilino de Casa Puebla mandó a encriptar toda la documentación de la remodelación y ampliación del estadio Cuauhtémoc; con el objetivo de no conocer el robo en despoblado que hubo detrás de la polémica obra.
Así de fácil, el gobierno puso bajo llave los documentos en donde se desglosa el costo de cada material utilizado, como los son las polémicas pantallas, la fachada —la cual se asemeja a un chiquihuite—, las luminarias, entre otras.
Intolerancia Diario solicitó, a través la ley de transparencia, dicha documentación; sin embargo, fue negada.
Pero este fue el primer round, y como se ha hecho en anteriores ocasiones, como en los casos de los helicópteros Agusta o el número de despidos en la actual administración, se recurrirá a las instancias correspondientes para conocer al detalle el monto y la calidad de los materiales empleado en esta polémica obra.
Tal parece que a la actual administración le gusta jugar al policía chino.
No importa, Intolerancia Diario continuará con la investigación periodística para desenmascarar el negocio que hicieron en torno a esta obra de más de 688 millones de pesos
Y si no, al tiempo.