Después de haber visto la impresionante ceremonia inaugural del estadio BBVA de Monterrey, pensé que el Señor de los Cerros tenía preparada una magna fiesta para los 50 mil aficionados que lograron un boleto para asistir al partido del Puebla de La Franja contra Boca Juniors.
Sin embargo, el evento resultó un fiasco, similar a todo lo que ha rodeado la ampliación y remodelación del ahora famoso Chiquihuite Azul.
Una banda de guerra, unos modestos mosaicos y los juegos pirotécnicos de medio tiempo fue el marco de un partido de bostezo, que decepcionó a todos aquellos que padecieron durante tres días para alcanzar un boleto.
Sin embargo, lo verdaderamente importante sucedió afuera del remodelado inmueble.
Mientras la banda de guerra del CENHCH tocaba en la cancha, el gobernador —fiel a su elitista costumbre— realizó un corte de listón en la entrada VIP del estadio, con unos cuantos invitados.
Fue evidente que Moreno Valle decidió copiarle a Peña Nieto, quien también evitó dar la patada inaugural del estadio BBVA de Monterrey con el estadio lleno.
De esta forma, Rafael decidió no dar la cara ante el monstruo de las 50 mil cabezas, el cual podría desatar esa furia reprimida acumulada durante estos cinco años de gobierno.
Fue así como se armó un corte de listón con medio centenar de amigos, quienes buscaban calificativos para ensalzar la majestuosidad del tortillero azul.
No cabe duda que hasta en los eventos populares, Moreno Valle es traicionado por su propia esencia y termina por segregar a la plebe, limitándose a convivir con “gente bonita”.
En ese afán de hacer de un partido de futbol, un evento de pipa y guante, el gobernador ordenó limitar los accesos al estacionamiento a sus invitados especiales, armando la de Dios Padre para los “mugrosos” que no forman parte de la burbuja morenovallista y que desesperados buscaban un lugar de estacionamiento.
Desde mi entrega de ayer, les anticipé el caos que se presentaría al no haber disminuido el espacio para automóviles por las dos hectáreas vendidas para el Coliseo (plaza de toros), cuando la lógica dice que al haberse ampliado el aforo del estadio de 40 a 50 mil este implicaba un aumento del 20 por ciento de cajones de estacionamiento.
No se necesitaba ser adivino para presagiar el caos vehicular, pero este se agravó aún más, con la creación de u estacionamiento VIP.
Y para rematar, otro caos se vivió cuando decidieron cerrar todos los accesos, dejando afuera a aficionados con boleto.
Así como usted lo lee.
Ayer dejaron fuera a gente con boleto, lo cual hace evidente un sobrecupo, que implicaría una fuerte multa al estado.
En conclusión, un desastre que ninguno de los selectos invitados VIP vivió, a diferencia de la raza a la que una vez más trataron con la punta del pie.
Sin duda, el de ayer fue un evento con todo el sello clasista del engreído y soberbio Señor de los Cerros.

¿Chiquihuite o Multiva?

Una calentura periodística de Pablo Carrillo en la que adelantó en pleno noticiero con Adela Micha que durante la inauguración del estadio se haría oficial el nombre de Multiva, arruinó la intensión del gobierno de dar la sorpresa y de paso evitar la crítica generada por un turbio negocio detrás de la licitación.
Es evidente que el grupo ganador de la concesión del nombre será el de Olegario Vázquez Raña, dueño de Grupo Imagen donde trabajan Carrillo y Micha, así como del Banco Multiva y un sin fin de empresas beneficiadas por los gobiernos federal y estatal.
Sin embargo, fue tan burdo y descarado el negocio detrás de la licitación del nombre que no encuentran la forma de hacer pública la transa.
Por lo pronto, ayer se tuvieron que tragar el anuncio del nuevo nombre del estadio, el cual ahora deberá enfrentar y vencer el posicionamiento que ya tiene el Chiquihuite Azul.