“Mota”, “mota”, “cinco y diez”, “mota, mota”, quien vende es un interno del Centro de Reinserción Social (Cereso), de San Miguel, desde la explanada de uno de los dormitorios.
El video que le presento en esta columna forma parte de una demostración de que el penal de San Miguel se ha convertido en una gigante narcotienda, donde se benefician desde los internos, las bandas que desde el interior se dedican a distribuirlo, los mismos directivos del penal y uno que otro funcionario de la Secretaría de Seguridad Pública del Estado (SSPE), incluyendo al director de los Centros de Reinserción. 
No tiene mucho que el titular de la SSPE habría declarado ante reporteros que en el penal de San Miguel la droga la ocultan desde los campos deportivos, reconociendo, “por encimita”, que en este centro penitenciario sí existe narcomenudeo, pero nunca dijo que fuera tan grave.
Quien envía la denuncia anónima se arriesgó para pasar por las áreas donde operan los narcomenudistas, que además cuentan con la vigilancia de otros internos que sirven como golpeadores para quienes no pagan las dosis de marihuana o cocaína, además de que evitan que el vendedor sea asaltado por otros internos, a fin de cuentas se trata de un centro de reclusión de sospechosos y responsables de diversos delitos, entre estos el robo.
El “informante” envió dos videos a esta columna.
El primero es para demostrar que sí está dentro del Cereso, camina desde una zona de pasto y se acerca a uno de los edificios del penal dejando ver a grupos de hombres que portan el uniforme de los internos.
El segundo video fue más arriesgado, llegó justo donde un interno ofrece las dosis de “mota” sin ningún temor ni pena, como si se tratara de un comercio ambulante.
En una de las mesas de concreto el vendedor colocó un pedazo de tela y encima de esta dosis de lo que aparenta ser marihuana, en dosis que sirven para la elaboración de un solo cigarrillo, con un precio de 5 y de 10 pesos.
Le comento que toda esta operación comercial es vigilada y permitida por los directivos del Cereso de San Miguel, quienes son protegidos a capa y espada por el gobierno del estado y no vayan a salir con que ese comercio es para “la campaña para la grande”.
Por cierto, ¿y Felipe Almazán Castorena “El Padrino”?
En entregas pasadas le comenté del interno Felipe Almazán Castorena, incluso le presenté una foto donde aparece en uno de los dormitorios blandiendo un fajo de billetes de 200 y 500 pesos, demostrando las ganancias del narcomenudeo y otros bisnes del penal.
Le comenté que una carta y fotos llegadas a la columna demostraban que Almazán Castorena era el consentido del director del director Rafael Carvajal Paz, quien le permite tener un “pequeño reinado” y quien incluso ha castigado a custodios que lo llegan a molestar y los obliga a pedirle perdón.
En esa entrega les comenté que Alejandro Cruz Maya, el director de los Ceresos, estaba enterado.
Felipe Almazán sigue con sus negocios y tiene a todos estos funcionarios comiendo de su mano.
Acaso ¿“no les da vergüenza”?