Lo sucedido el día de ayer en la Suprema Corte de Justicia de la Nación no es otra cosa que la confirmación del endiosamiento del Señor de los Cerros, quien piensa que está más allá de todas las instituciones, por lo que no duda en retar a cualquiera, incluido el máximo tribunal del país.
Para un mejor contexto es necesario hacer un breve recuento. Veamos.
Después del sorpresivo triunfo en Nuevo León del “Bronco” como candidato independiente, las luces de alerta se encendieron en Casa Puebla, por lo que desde su búnker, el gobernador ordenó frenar —desde el Congreso del Estado— la posibilidad de que en nuestro estado creciera un candidato similar al hoy gobernador regiomontano.
En esa lógica, el exsecretario General de Gobierno Luis Maldonado, en conjunto con su fiel discípulo y sucesor Jorge Benito Cruz, prepararon una iniciativa de ley para frenar las candidaturas independientes.
Sin ningún escrúpulo, ordenaron una serie de candados a todas luces inconstitucionales, argumentando que con la mayoría del congreso, pasaría sin problemas sin importar que esta ley estuviera plagada de preceptos contrapuestos a la Carta Magna.
Sobra decir que Moreno Valle les compró la idea a este par, ordenando que se enviara la iniciativa al Congreso del Estado, la cual fue aprobada por la aplanadora legislativa morenovallista, naciendo así la llamada #LeyAntiBronco.
Era evidente que con un solo partido que decidiera impugnar ante la SCJN esta ley, para lograr que fuera declarada como inconstitucional.
Obligar a los aspirantes a una candidatura independiente a reunir el 3 por ciento de la lista nominal en 20 días no sólo con firmas, sino con la comparecencia personal de los simpatizantes, era una aberración jurídica que solo en la mente de Luis Maldonado y Jorge Benito Cruz pasó la idea de que pasaría la aduana de la Corte.
Así las cosas, vinieron las impugnaciones partidistas incluidas las del PRI y Movimiento Ciudadano, las cuales obligaron a los ministros a tomar el toro por los cuernos y echar abajo la #LeyAntiBronco, pese a que el diligente diputado federal Juan Pablo Piña movió todas sus "relaciones" para convencer a los nueve colegiados de respaldar la ley ordenada por su amado jefe.
Para su mala fortuna, pese a la evidente complicidad del ministro panista Medina Mora, su proyecto fue rechazado por el pleno, echando abajo el aberrante ordenamiento electoral.
De esta forma, los “brillantes” asesores y operadores morenovallistas tropezaron ante una Corte imposibilitada a pasar por alto una ley absolutamente inconstitucional.
Y lo más grave para Rafael es que el único candado que le dejaron vivo fue el de la renuncia de un año previo a las ligas partidistas de los candidatos, el cual no afecta a la más peligrosa suspirante, Ana Teresa Aranda, quien se convirtió en el principal dolor de cabeza para el habitante de la Casona de Los Fuertes.
Para medir la preocupación de Moreno Valle por la aspiración de Ana Teresa basta con seguir los ataques que recibe desde que anunció su aspiración a la candidatura independiente.