Trascendió en medios que el gobierno morenovallista prepara una arremetida contra funcionarios marinistas como parte de la estrategia electoral con rumbo al 2016.
Independientemente de que quien se haya hecho de beneficios indebidos y le haya causado un daño patrimonial al estado deberá pagarlo, la realidad es que el Señor de los Cerros está escupiendo pa'arriba.
Quienes vivimos en este estado tenemos claro que cualquier desfalco al erario de funcionarios del pasado queda como el robo de un carterista, comparado con el voraz atraco a las arcas estatales del morenovallista, similar a la cinta titulada como: "La gran estafa".
La arremetida en contra de funcionarios marinistas como Alfredo Arango o Rodolfo Chávez Carretero es la vieja fórmula para espantar al priismo que vela armas para enfrentar al grupo político en el poder.
Sin embargo, Moreno Valle pagará caro el haber perdonado al marinisno. Hoy nadie le comprará su historia de Zar Anticorrupción, ya que su administración tiene tanta o más cola que sus perseguidos.
Así como en su momento, el Centro Expositor de Los Fuertes fue el talón de Aquiles para Marín; hoy el estadio de Futbol, el Museo Internacional del Barroco, el teleférico y Agua de Puebla se perfilan para ser los que manden a varios funcionarios a la cárcel.
El daño patrimonial en todos estos casos es flagrante y eminente.
De ahí que las tardías amenazas morenovallistas de proceder contra funcionarios del pasado, no sean otra cosa que una estrategia fallida, en donde espantan con el petate del muerto.
El único problema para el PRI es que quien podría integrar penalmente esos expedientes en su contra, es quien fue avalado en el congreso por los propios tricolores como fiscal general.
Quizá ahora les caiga el veinte de los alcances de su voto como dóciles corderos.
Por lo demás, si el grupo morenovallista pierde la elección, —sin importar que Carrancá sea el fiscal— deberá abandonar el barco hundiéndose, como ratas despavoridas.
Así que ganan o cuello.