Una clara muestra de que a Rafael Moreno Valle lo que menos le interesa es su partido político, sino su proyecto personal, es la forma como tiró por la borda la posible alianza PAN-PRD, donde nunca pudo hacer a un lado sus fobias personales hacia Adriana Dávila y menos olvidar el pacto oscuro que hizo con la dirigencia nacional para que en Tlaxcala fuera un perredista el beneficiario de la alianza macabra.
Pero vayamos por partes.
Resulta que en sus sueños de opio, el Señor de los Cerros se imaginó gobernando desde Casa Puebla, prácticamente medio país.
Para lograrlo, comenzó con un ambicioso y costoso operativo electoral en 2014, el cual le dejaría en su imaginaria a un centenar de legisladores incondicionales a su sueño presidencial.
En esa lógica, de ese centenar saldría —entre otros— el candidato a gobernador de Tlaxcala, en la figura de Miguel Ángel Polvo Rea. Para colmo de Rafael, su delfín se ahogó en el mar de la elección federal y terminó doblado —en votos— por el tricolor.
Ante la muerte política de su pupilo, por quien el gobernador de Puebla apostó millones y millones, debió negociar con el PRD, toda vez que su fobia por la senadora panista Adriana Dávila le impedían apoyarla.
De esta forma, en la cabecita de Rafael pasó la idea de que con un acuerdo con el partido del sol azteca mataba dos pájaros de un tiro: se quitaba de enfrente a Dávila y de paso, se congraciaba con los Chuchos del PRD, con quienes negoció una alianza con el PAN de cuatro estados.
La idea parecía muy sencilla de concretar, el PAN se quedaba con las candidaturas de Puebla y Veracruz y a los amarillos les cedían Oaxaca y Tlaxcala.
Tremendo error.
El Señor de los Cerros pensó que estaba en Puebla y que con un tronido de dedos bastaría para que los panistas de Tlaxcala obligaran a la senadora Dávila a unirse a Lorena Cuéllar como candidata de la alianza.
Era un asunto cantado que esto no sucedería por una simple y sencilla razón: que Dávila está mejor posicionado a que Cuéllar y que el PRD en la elección federal se fue hasta el cuarto lugar como fuerza política, mientras que el PAN quedó como segunda fuerza.
Así las cosas, la necedad de Moreno Valle terminó por romper la posible alianza, con la cual tendría el blanquiazul una gubernatura en la bolsa.
En contraposición, el PRI logró una alianza de cuatro partidos, incluidos el Verde y Nueva Alianza, mientras que las senadoras Dávila, Cuéllar y Palafox se dividirán el sufragio anti PRI, con el riesgo de que el voto duro del tricolor las termine marginando de la gubernatura.
Ahora, los tricolores ven en Marco Antonio Mena a un candidato de unidad, quien se registrará esta mañana, mientras la oposición se hace pedazos.
Sin duda, mucho tiene que agradecerle a Moreno Valle el gobernador de Tlaxcala, Mariano González Zarur.
Bien dicen que “nadie sabe para quién trabaja”.