Amable lector, seguro escuchó en Noticias MVS, con Carmen Aristegui, la historia de un empresario de Ciudad Juárez que fue secuestrado por diez elementos de la Policía federal con la intención de extorcionarlo.
La noticia completa la repercutió el Diario el Universal:
“Me taparon la cabeza con una bolsa de plástico y cuando veían mi desesperación por respirar, me permitían tomar aire brevemente. Sentía que me moría”, recuerda el empresario, cuyo paradero se encuentra en reserva para garantizar su seguridad.
“Después de que me golpearon ya no sentía el dolor, no sabía qué hacer”, puntualiza. La experiencia vivida aún lo hace estremecerse, su respiración es jadeante. Su voz de vez en vez se llega a entrecortar.
Recuerda que en el cúmulo de humillaciones, lo obligaron a masticar unas uvas que le escupieron ya masticadas.
“Me esposaron, ya no sabía qué hacer, de que me golpearon y me golpearon llegó el momento en que ya no sentía el dolor. Me dije ‘ya estoy en manos de estos cobardes’, me siguieron golpeando y miraba cómo se llevaban mis cosas, qué podía hacer. Ya esposado me tenían con sus armas, me golpeaban con sus manos abiertas, en el estómago, en la cara, en la cabeza, me taparon la cabeza con una bolsa y me llevaron”. Y el miedo ahí, a flor de labio.
“Me taparon la boca, los ojos, me ponen la bolsa, me estoy asfixiando y me dicen ¿Te vas a llevar todo a la tumba? Me soltaron tantito porque sentía como que me moría, lo volvieron a hacer y traté de tomar más aire. Otro poquito de aire que me faltara y me moría.”
Explica que cuando tocaron a su puerta y vio que eran policías, intentó esconderse porque hace aproximadamente un año fue víctima de un robo similar por parte de presuntos agentes.
“Corrí pero ya me estaban esperando armados, me escondí detrás de una puerta y me comuniqué con mis familiares, pero me encontraron.”
De acuerdo con la víctima, los policías federales le exigieron que les entregara 5 mil dólares para no vincularlo con la posesión de armas o drogas. Después accedieron a que les diera sólo tres mil dólares.
También dijo que le robaron dinero, anillos, su computadora, ropa, 240 carros de colección y otros bienes.
Finalmente, lo dejaron luego de que accediera a entregarles el dinero el día siguiente, expuso con la voz marcada por la impotencia.

El caso poblano
Jorge Mitsuo Takashi Pérez narra en su denuncia que el día que el día viernes 2 de septiembre, a las 11:00 horas, se encontraba frente al Oxxo de la avenida Fidel Velázquez, frente a la clínica de La Margarita. Circulaba en su vehículo Chevy gris perla, placas TWC1682, con dirección a la casa de la abuela de su esposa, cuando se le cerró una camioneta Crusier blanca, placas TXV4690, de donde bajaron dos hombres: uno de estos robusto, tez blanca, ojos verdes, de unos 27 años de edad; el segundo delgado, moreno, de 1.80 de estatura, de unos 33 años, ambos vestidos de negro y con logotipos de la PEP.
Mediante la fuerza lo bajaron de su unidad y lo subieron a la parte trasera de la camioneta. Le quitaron una mochila donde llevaba su teléfono celular Ericson ysu cartera con 5 mil pesos, producto de venta de ropa tipo americana —a lo que se dedica—; además de su credencial de elector, documento que utilizaron para llevarlo hasta su domicilio.
El que iba conduciendo la Crusier era un sujeto que vestía pantalón de mezclilla y camisa a cuadros, de 1.90 de estatura, fornido, de unos 40 años de edad, quien le ordenó que se agachara y le advirtió que si trataba de gritar le iba a dar un tiro, mostrándole una pistola escuadra, pequeña, desgastada.
Lo llevaron hasta el puente nuevo del Periférico, atrás del Cereso, donde llegó la camioneta Ram, número oficial 869 de la PEP, conducida por un hombre de 1.76 de estatura, moreno, de unos 30 años de edad, que llevaba puesto el uniforme de la Policía Estatal. Tenía amarrado a la cabeza un pañuelo negro, portaba un arma larga y llevaba su chaleco antibalas (¡qué vergüenza!).
A Jorge lo bajaron de la Crusier y lo subieron a la cabina de la camioneta, y se subió a manejarla uno de los uniformados, al que le decían “comandante Soto” o “Chilango”. Lo llevaron hasta el Panteón Jardín, lo bajaron de la patrulla y lo subieron a la Crusier blanca para trasladarse hasta su domicilio, al fraccionamiento Villas del Sur, donde lo obligaron a que les abriera la puerta de su casa.
Los policías se apoderaron de una motocicleta Yamaha, modelo 2000, de color naranja; además de los documentos de la misma, lo obligaron que les endosara la factura a nombre de un “Roberto” por la cantidad de 25 mil pesos, luego lo obligaron a que sostuviera una bolsa de plástico transparente que contenía otras bolsas pequeñas y en el interior de estas polvo blanco. Por medio de uno de los celulares de los uniformados lo obligaron a que dijera que esas bolsas eran suyas.
Lo sacaron de su casa y lo regresaron al panteón Jardín, donde de nuevo lo pasaron a la cabina de la camioneta, dándose cuenta que frente a la unidad había varias credenciales de policías con las fotos de quienes lo detuvieron. Entre estas estaba la de Ricardo Valentín Zepeda “El Chilango”, Antonio Hernández Pacheco y Adrián Juárez, por lo que fue golpeado con los puños por “El Chilango” para que no siguiera viendo.
Uno de los policías le preguntó “¿cuánto vas a soltar?”, a lo que respondió que se quedaran con los 5 mil pesos de la cartera. El policía le contestó “ni que fuera policía estatal”; luego le pidieron 50 mil pesos y le dijeron que hablara con alguno de sus familiares para pedir el dinero, por lo que llamó a su esposa Estefanie Hernández Barrientos, a quien le dijo que había chocado y que necesitaba el dinero. Ella le dijo que sólo podía reunir 10 mil pesos, y los policías aceptaron.

Los saldos
Los diez policías federales que secuestraron al empresario están detenidos.
A Jorge Mitsuo Takashi lo querían sacar de su casa para que “cambiara su denuncia”.
Los dos gobiernos que investigan los abusos son panistas.
El gobierno federal ataca la impunidad.
El gobierno poblano protege a los abusivos y disfraza los abusos con operativos cabareteros.

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