En los últimos días, Lydia Cacho emprendió una guerra mediática contra el PRI, y en particular contra la aspirante a la gubernatura Blanca Alcalá. 
En un nuevo episodio de protagonismo, la escritora busca llevar agua a su molino aprovechando la reaparición de Mario Marín en el registro como candidata de unidad de la priista.
Pueden ser justificables los resentimientos contra Marín y contra todo su grupo político; sin embargo, la reaparición de la periodista resulta francamente sospechosa, si consideramos que la señora Cacho guardó un silencio sepulcral ante los hechos que ocurren en Puebla en contra de muchas mujeres que no tienen la fama ni el dinero y mucho menos un medio para salir de prisión en menos de 48 horas, como fue su caso.
Ellas fueron detenidas por motivos políticos durante el actual sexenio, sin que la "feminista" —como se define en su cuenta de Twitter moviera un dedo para defender estos casos.
En cinco años, el gobierno de Rafael aplicó una política de represión en contra de mujeres que cuestionaron las acciones de gobierno, de cuatro casos documentados, en tres fueron encarceladas sin pruebas, y una profesora fue sancionada laboralmente por protestar.
Sus nombres son María del Socorro Rufina Islas Celestino, encarcelada en Tlachichuca; Enedina Rosas Rosas, comisariada ejidal de San Felipe Xanacayucan; Juana y Angélica Macuil, de la junta auxiliar de San Antonio Cacalotepec, así como la maestra Silvia Jiménez González de Coyotepec.
Recordemos. 
El pasado 17 de diciembre de 2011, cuando el entonces presidente municipal de Tlachichuca, Iván Jonathan Coyantes, ordenó  la detención de una mujer que le inquirió al gobernador Moreno Valle el por qué no se aplicaron los programas sociales. 
La detención se efectuó en la cara del gobernador, quien, según la propia agraviada, volteó la mirada cuando era detenida.
Ese día —en entrevista con Intolerancia Diario— María del Socorro Rufina Islas Celestino, quien se encontraba en los separos, explicó que acudió al evento en el cual se haría la entrega de cheques para los afectados por las heladas, por lo que buscó acercarse al ejecutivo para que le dijera el por qué no habían llegado los apoyos sociales a este municipio.
Meses posteriores, para ser exactos, el domingo 6 de abril de 2013 un grupo de policías estatales detuvo a la luchadora social Enedina Rosas Vélez, Comisariada Ejidal de San Felipe Xonacayucan.
La detención se hizo de manera ilegal, pues los policías no mostraron ninguna orden de aprehensión, ni tampoco se identificaron, además de que amenazaron con armas de fuego a las personas que presenciaron la captura.
Lucina Quintero responsabilizó al gobierno del estado de que su madre se encuentre delicada al haber sido injustamente detenida, negándosele la atención médica y estuvo presa seis meses.
En San Antonio Cacalotepec, Juana MacuilCoyotl y Angélica Macuil fueron detenidas en julio de 2013 por el dicho del policía Jesús del Campo Meléndez, quien por orden del secretario Facundo Rosas Rosas aseguró sin tener pruebas que las dos mujeres participaron en presuntas agresiones a elementos policiacos en Cacalotepec por la detención de unidades del sistema Ruta.
Conforme pasaron los días, Juana acompañó a su hija a ver al doctor ya que está enferma del hígado, al no encontrar transporte por el cierre de la carretera,  caminaron al kilómetro 9 para poder llegar a tiempo y ver a sus hijos, pero su familia ya no supo de ellas hasta que les dijeron que estaban detenidas por haber agredido a los policías.
Y por último, Silvia Jiménez González, regidora del municipio de Coyotepec y hermana de Heladio Jiménez González, presidente auxiliar de Zoyomazalco, fue suspendida y removida de su plaza por pronunciarse en contra de la reprensión y en defensa de los presos políticos y juntas auxiliares. 
Sobra decir que en ninguno de estos casos la “activista” apareció por Puebla para abanderar la causa.
Es evidente que Lydia Cacho es una especie de “autofeminista”, ya que lleva diez años tirándose al piso y viviendo del LidyaGate por su detención de 48 horas, pero no es capaz de mover un dedo para defender a mujeres que siguen presas en este estado por asuntos meramente políticos.
Sobra decir que su reaparición tiene un marcado interés político, sobre todo si consideramos que en este sexenio se olvidó de Puebla y que vuelve justo en un momento electoral en el que él morenovallismo busca mermar la imagen de la abanderada tricolor.
Dicen que en política nada es casual y el extraño retorno de Lydia Cacho cumple claramente con los intereses del Señor de los Cerros.
Por otra parte, si bien es cierto que Cacho mantiene una denuncia en tribunales internacionales contra Mario Marín, la realidad es que los poblanos ya lo juzgaron y de esa sentencia social se derivó su derrota en el 2010, con la pérdida de Casa Puebla, la muerte política de su grupo y la persecución penal  —hasta la fecha— de algunos de los marinistas más “connotados”.
Pero si de verdad la señora se preocupa por las violaciones a los derechos humanos de las mujeres, la invito a defender a las presas políticas citadas en esta columna y a pronunciarse por la declaración de la alerta de género en Puebla, después de los múltiples asesinatos de mujeres en este estado.
De lo contrario, su indignación contra Blanca Alcalá no será otra cosa que la voz de una mercenaria del feminismo.
Ni más, ni menos.