Con el arribo de Jorge Estefan al PRI estatal, difícilmente se puede pensar que vaya a existir un coordinador de la campaña que pase por encima del diputado federal por Izúcar de Matamoros.
La jerarquía de Estefan, aunado a su cercanía con la candidata, hace pensar que no solo será el presidente del tricolor, sino que será en los hechos, el coordinador general de la campaña.
Hay que recordar que además de haber ganado en tres ocasiones la diputación por su distrito, Estefan fue el operador financiero del Comité Ejecutivo Nacional del PRI en la campaña de Peña Nieto y, quien se encargó de apagar el incendio generado desde la secretaría de administración del PRI por las tarjetas de Soriana y Monex.
Sin duda, la apuesta de Blanca Alcalá por quien es el nuevo presidente del PRI, conlleva un voto de absoluta confianza, pese al parentesco y amistad entre Estefan y Tony Gali.
En contraposición, la apuesta de Estefan también debe ser vista como una muestra de lealtad, toda vez que como ya lo cité en mi columna del miércoles, Estefan Chidiac estaba a horas de ser nombrado presidente de la Comisión de Presupuesto en San Lázaro, lo cual representa la posición financiera más importante del legislativo federal.
Es un hecho que el riesgo de Estefan no es menor y que su aceptación representó una decisión de alto riesgo político.
Así las cosas, quienes piensen o crean que en esta elección hay pactos oscuros, en favor de uno u otro candidato, deben ponerse en los zapatos de personajes como Jorge Estefan, quien es un hombre bien informado y que no aceptaría sacrificar una posición como la Comisión de Presupuesto, para venir a ser parte de un sacrificio político.
Lo mismo sucede en el bando azul, en donde no hay otro objetivo que ganar la elección cueste lo que cueste.
Y cuando decimos “lo que cueste”, no solo estamos hablando de dinero.
No hay que olvidar que en la elección de 2015, la elección costó cuando menos 3 vidas humanas.
Es decir, que aquí sí se aplicará a cabalidad el término: “cueste, lo que cueste”.
El Señor de los Cerros y sabe de peleas callejeras y los priistas también. Aquí arderá Troya, sin que existan códigos de honor.
Es la guerra de guerras y la guerra de guerrillas.
Sálvese quien pueda y que Dios los agarre confesados.