Una carta llegada a esta columna, que debe ser objeto de una investigación por las autoridades correspondientes, revela que Alejandro Herrera Estrada (a) “El Chino”, quien es líder del grupo delictivo “Los Rojos”, pertenece al cártel de los Beltrán Leyva y tiene su centro de operaciones en la ciudad de Chilpancingo, Guerrero.

La carta indica que “El Chino” llegó a Puebla, de manera específica al municipio de Acatlán de Osorio, apoyado por el veracruzano José Manuel Vidal García, quien es el director de Seguridad Pública de Acatlán y ambos son compadres.

Este hombre, “El Chino”, tiene una propiedad en la junta auxiliar de La Huerta, donde también tiene su domicilio el titular de Seguridad Pública.

El suegro de “El Chino” es el presidente auxiliar de La Huerta, apoyado para llegar a ese cargo por José Manuel Vidal, para que pudiera gozar de toda impunidad en la zona, lo que tiene que ver con permitirle que este y los hombres que lo acompañan puedan andar armados y en vehículos de dudosa procedencia.

“El Chino” es dueño de un rancho que se ubica en Camino a la Inspectoría de Los Lobos, además de que dicen que es amigo del presidente municipal de Acatlán de Osorio, Guillermo Martínez Rodríguez y de todos los funcionarios cercanos, quienes le brindan todo tipo de protección.

Acatlán se convirtió en su principal guarida

La misma carta indica que en Acatlán la Policía Municipal detuvo a 5 sujetos, de la banda de “E Chino”, quienes portaban armas de grueso calibre y tuvieron que liberarlos y entregarles las armas y sus vehículos, entre estos se encuentra Eder de Jesús Sánchez Martínez, uno de los que intentó secuestrar en días pasados a Lupillo Rivera.

Que estos sujetos se estarían dedicando al “cobro de piso”, en la ciudad de Acatlán, además del robo de vehículos y de diversas ejecuciones que han ocurrido en la zona.

El temor de quienes enviaron esta carta es, además de la inseguridad donde viven los acatlenses, es porque Alejandro Herrera Estrada (a) “El Chino”, organiza palenques clandestinos, además de jaripeos y puede atraer la violencia, como en el municipio de Cuautlancingo.

“El Chino” ya estuvo detenido en Atlixco

El 13 de septiembre de 2012, Alejandro Herrera, “El Chino”, fue detenido por elementos de la Policía Municipal de Atlixco, junto con otros 5 sujetos, tras haber asaltado un establecimiento comercial donde se robaron 50 mil pesos en efectivo y 20 mil más en joyas.

Los sospechosos iban en dos vehículos con placas de Guerrero, con reporte de robo, fueron presentados a la entonces llamada Procuraduría General de Justicia (PGJ), donde fue integrada la Averiguación Previa 1626/2016/ATLIXCO, por los delitos de robo calificado y portación de arma de fuego.

Además, en ese momento se dijo que “El Chino” también se dedicaba, en Atlixco, al tráfico de personas. Todos del grupo “Los Rojos” y todos del cártel de los Beltrán Leyva.

Los demás integrantes de esa banda fueron: Jesús Alberto Islas Juárez, “El Islas”; Osmar Martínez Flores, Armando Flores Jiménez, Jorge González Jiménez y Pedro Flores Romero, todos fueron procesados por delincuencia organizada.

Solo “El Chino” fue liberado.

Los trapitos sucios de la FGE

El pasado fin de semana la Fiscalía General del Estado (FGE) tuvo que ocultar otro de los escándalos de corrupción ocurrido al interior del área administrativa, de manera precisa, donde se encuentra el pago de nóminas.

Resulta que por lo menos dos de los empleados, aunque su jefa seguiría siendo investigada, falsificaron las firmas de personal de la institución, que renunció antes de recibir su cheque y que estos los cobraron para quedarse por lo menos con unos 200 mil pesos cada uno.

Los empleados descubiertos son: Javier Hernández García y Arturo Flores de Ita, quienes el fiscal general, Víctor Antonio Carrancá Bourget, ordenó fueran detenidos y presentados ante el Ministerio Público por los delitos de abuso de confianza, falsificación de firmas y otros más.

Parece ser que la Fiscalía General del Estado (FGE), contrató los servicios de varios empleados a distintas áreas, que estos al no recibir sus pagos correspondientes, porque tardan en la Secretaría de Finanzas, decidieron abandonar el empleo sin cobrar sus cheques.

Cuando estos documentos llegaron los dos empleados en cuestión y presuntamente su jefa no solo se quedaron con estos, sino que falsificaron sus firmas y los cobraron.

Al parecer fueron descubiertos por uno de los exempleados que llegó a cobrar y resultó que ya le habían pagado.

Pero, para que no se hiciera un escándalo mayor los invitaron a presentar su renuncia y les advirtieron que no regresaran.

El delito quedó impune.

La “ropa sucia” se lava en casa.

 

Nos vemos cuando nos veamos.

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