Los despedidos del gobierno del estado hoy están desbordados y dispuestos a cobrarle los daños causados al Señor de los Cerros.

La semana pasada fueron a la sede del legislativo federal para denunciar que después de 5 años, no han sido liquidados conforme a la ley.

En un arranque de soberbia, el diputado Eukid Castañón decidió salir junto con sus compañeros diputados a ofrecer una rueda de prensa para justificar los despidos.

Evidentemente el operador político morenovallista pensó que podía controlar la ira de los despedidos y menospreció su posible respuesta.

El video que hoy presenta Intolerancia Diario muestra el momento en el que Eukid intenta explicar los despidos y la forma en la que es increpado.

Empieza muy firme y termina desesperado y molesto, diciendo que no se va a prestar a actos que tienen fines políticos, y que no va a permitir las ofensas.

El problema es que, para él, la palabra mentiroso es una ofensa y para los despedidos es una verdad de a kilo.

Los gritos son principalmente tres: mentiroso, liquidación y reinstalación.

Mentiroso porque al justificar los despidos, hace mención a un recorte presupuestal de participaciones federales, lo cual pierde solidez cuando se observa que ni el gasto público estatal, y en particular la nómina del gobierno, no se ha adelgazado.

Y por lo que toca a la liquidación y la reinstalación, hay que puntualizar que cualquier empleador puede despedir a quien considere no cumplir con las cualidades y características requeridas para el puesto, pero la ley obliga a pagar una liquidación justa e inmediata; de lo contrario, está obligado a reinstalarlo en el puesto.

En conclusión, los tres gritos están plenamente justificados.

Se enoja Eukid de la forma en la que lo enfrentaron.

¿Y qué quería?

¿Qué le dieran un pliego petitorio acompañado de un platón de dulces de Santa Clara?

Son cinco años en los que los juicios laborales están detenidos en la Junta Local de Conciliación por órdenes provenientes de la Casona de Los Fuertes.

Esa impotencia que sintió Eukid, es la que esta gente ha sentido durante estos cinco años.

Son trabajadores lastimados y engañados, porque muchos de ellos le creyeron el cuento a Rafael, cuando les prometió en campaña mantenerles sus empleos si votaban por él.

Esa es la razón por la que le llovió en San Lázaro a Eukid y compañía.

El ridículo que pasó esa mañana no se compara con el viacrucis de miles de familias que de la noche a la mañana se quedaron sin ingresos y esperando su liquidación.

Lo que debe quedarle claro al diputado Castañón, es que el ocaso sexenal ha provocado que los poblanos les pierdan el miedo.

La imagen del hombre duro, implacable y desalmado, se esfumó en unos cuantos segundos.

El video no miente.