Desde la elección de 2015, el estilo autoritario de Señor de Los Cerros se hizo presente en el interior del estado, generando un inusual clima de violencia para Puebla.

Dos asesinatos de operadores priistas, perpetrados bajo el cobijo del inefable fiscal Víctor Carrancá, quien hasta ahora mantiene dormida su investigación, mancharon de sangre una elección en la que participaron decenas de sicarios, quienes impunemente buscaron intimidar a los posibles votantes.

Evidentemente, los acomedidos operadores morenovallistas cayeron en graves excesos, todos tolerados desde la oficina principal de la Casona de Los Fuertes.

En ese 2016, el activismo criminal de estos operadores, no fue suficiente para frenar la debacle panista, en una votación aciaga para los intereses políticos del mandamás poblano.

Esos mismos operadores, ahora son los que utilizan todos los recursos a su alcance para intimidar y bloquear la campaña de Blanca Alcalá.

Al parecer estos diligentes operadores, no comprenden que en una elección en donde las encuestas colocan a Tony Gali al frente, la mejor estrategia es dejar que la inercia se mantenga, sin ningún jaloneo que martirice a la candidata opositora, o alguna acción que aumente el voto de castigo.

De ahí que las acciones de boicotear la renta de camiones a través de amenaza a a los transportistas, el negar las plazas públicas o los ataques a las brigadas de promotores del voto priista solo ayuden a calentar la elección.

Si la percepción social es que hoy la victoria será azul, todo este nerviosismo, sumado a encuestas como la de El Financiero que dan un empate técnico PAN-PRI pueden mover el voto indeciso en contra del candidato de Casa Puebla.

Es difícil medir en votos el resultado de la llamada "Resistencia Civil" de Blanca Alcalá, pero sin duda, hará mucho más ruido que el que hubiera provocado el mitin de la capital.

Decía hace unos días —respecto a los súper asesores de RMV— y lo repito: "para qué tantos brincos, estando el suelo tan parejo".