La contundente victoria panista que le da un balance positivo de 7 gubernaturas ganadas, de las 12 en disputa, empieza a tener varios padres. Sin embargo, aunque muchos anuncien la paternidad de estos triunfos, la realidad es que en Acción Nacional el gran ganador es Ricardo Anaya.

Su euforia desde las 6:01 horas del domingo era incontrolable. Sus gestos, su tono de voz, sus frases y su mirada eran las de un hombre con serias ambiciones presidenciales.

Siempre hemos sabido que Anaya suspira por Los Pinos, pero hasta antes de ayer, su posibilidad lo relegaba a formarse detrás de Margarita Zavala y por delante de Moreno Valle y Madero.

Pero el inobjetable triunfo del domingo lo colocó como un serio aspirante a la candidatura albiazul.

De las 7 gubernaturas, Anaya trabajó la alianza con el PRD en Veracruz, Durango y Quintana Roo, logrando en las dos últimas, victorias insospechadas.

Otras tres —Aguascalientes, Chihuahua y Tamaulipas—, fueron triunfos logrados únicamente con la bandera del PAN y donde Anaya tuvo mucho que ver en estas plazas.

En el caso de Puebla, la medalla se la cuelga Rafael Moreno Valle, quien —con los triunfos de Anaya—, será relegado aún más de la puja por la candidatura presidencial panista.

Pese a todo, el gobernador de Puebla buscará a toda costa decir que los triunfos de Puebla, Veracruz, Tamaulipas y Quintana Roo son por su obra y gracia, aunque en el fondo, la verdadera fuerza del PAN se reduzca a la capital del camote.

Les guste o no, hoy el “chico maravilla” es la gran apuesta del ala conservadora del PAN, en la que difícilmente se les puede colar un personaje diferente a Anaya o Zavala.

No hay que olvidar que Anaya es parte del ala conservadora del PAN y que todo aquello que implique condiciones de pureza y castidad, será suficiente para la adoración azul.

No es gratuita la historia que dice que el “joven maravilla” es el prototipo del personaje que toda suegra sueña para su hija.

Ya después, las cosas pueden ser distintas, pero Ricardo tiene muchas de las aparentes cualidades del niño perfecto, en una sociedad hipócrita como a la que aspira la panista.

Para la mala suerte de Moreno Valle, las huellas de su paso por las entidades que tuvieron elecciones reflejan el trabajo de los verdaderos operadores, y lo único que saben de Rafael es que es el que busca comprar conciencias a cambio de una despensa.

Ni más, ni menos.