Decía Joseph Goebbels que “en la guerra no existen victorias sino distintos grados de derrota”. Lo mismo acontece en la competencia electoral, lo que nos puede dar pauta a un primer análisis del proceso electoral que vivimos en Puebla, pues entre los especialistas de la ciencia política es cada vez más aceptada: Ninguna victoria es para siempre y tampoco ninguna derrota.

La votación no favoreció a nuestra candidata Blanca Alcalá del Partido Revolucionario Institucional. Los ciudadanos poblanos y las poblanas decidieron con su voto, pero no podemos considerarlo como una victoria del candidato oficial Antonio Gali, o debemos considerar también analizar los distintos grados de nuestra derrota del pasado domingo; para ambos puntos de vista, la mesura debe prevalecer en la interpretación de los resultados.

Blanca Alcalá fue una candidata honesta que se proponía mejorar la calidad de vida de las familias poblanas, que se comprometía con un desarrollo regional equilibrado, con un gobierno sensible y cercano a la gente;  asumir los resultados habla del respeto a la decisión ciudadana. 

Los comicios poblanos de acuerdo a algunos análisis no pueden ser considerados como un ejemplo de contienda electoral, las leyes electorales que rigen, no fueron la base de la norma que lo regulara.

El uso de campañas de desprestigio, de violencia verbal rindió más frutos que la inteligencia y el debate serio sobre el futuro de Puebla.

Resultado: De los 4 millones 291 mil 93 ciudadanos y ciudadanas registradas en la lista nominal un 55.33 por ciento del listado no acudió a votar, el nivel de abstencionismo que acumuló el actual proceso electoral superó al histórico poblano.

Tan solo 1 millón 775 mil 395 personas (44.67 por ciento del listado nominal) ejercieron su derecho a votar y de ellos 67 mil 374 personas (3.79 por ciento) lo hicieron para anular su voto. (PREP, 2016).

A pesar de la “gran” coalición que postuló al todavía candidato oficial del Gobierno del Estado Antonio Gali, -que generó una percepción equivocada de fortaleza electoral-  en la que se incluyó a los partidos políticos Acción Nacional (PAN), del Trabajo (PT), Nueva Alianza (PANAL), Compromiso por Puebla y Pacto Social de Integración (PSI), solo obtuvieron de ese millón 775 mil 395 personas que acudieron a votar el 45.5 por ciento de la votación: 805 mil 257 votos (PREP, 2016).

Esto no puede ser una victoria, incluso se visibiliza una derrota de los partidos políticos coaligados, porque comparativamente con la elección para gobernador cuando contendió Rafael Moreno Valle con una coalición similar -salvo que en esta ocasión no sumó al PRD- obtuvieron, 1 millón 111 mil 318, en la jornada comicial del pasado domingo disminuyó sustancialmente su votación, que se podrá constatar cuando se conozcan los resultados finales, incluso más de uno perderá su registro y otros perderán sus prerrogativas, de manera que 306 mil 061 personas ya no refrendaron el proyecto del gobierno en funciones, y tampoco les convenció la propuesta de continuidad del candidato Antonio Gali. 

El elevado nivel de abstencionismo representa una derrota más en esta elección y es un elemento que debe ser motivo de un análisis más profundo, sin embargo, un factor que pudo generarlo es la percepción de la intervención directa del Estado poblano en este proceso electoral, percepción que se tuvo desde el inicio pero que fue permeando hasta que fue totalmente comprobable; la ciudadanía fue constatando que no solo todo el aparato del Estado favorecía al candidato oficial, también que había un exceso propagandístico y fue  testigo de las intimidaciones y amenazas -debidamente documentadas-  que día a día se fueron incrementando, por lo que esta elección, que inicialmente solo había una percepción de la intervención del estado,  se convirtió en una elección de estado, generando una falta de confianza en el proceso mismo que pudo ser un elemento que inhibió la participación ciudadana.

Otro factor del elevado abstencionismo es también la falta de confianza en los partidos políticos que de entrada es una realidad; pero a la cual abonó el alto grado de “guerra sucia o negra” que sin duda inhibe a los ciudadanos en su ejercicio del voto, porque no se logra contrastar propuestas de las diversas opciones que contienden en un proceso, pareciera que solo se contrastan desprestigios.

A partir de estos factores que permearon durante todo el proceso, los partidos políticos tenemos que  reflexionar mesuradamente acerca de la alta responsabilidad de quienes participan en los procesos políticos, considerar que por encima de partidos políticos está el interés público y la concordia. Hacerlo mediante campañas que motiven a la ciudadanía a ejercer su derecho a votar. En Puebla, lamentablemente, los estrategas del candidato oficial Antonio Gali decidieron hacer uso de una permanente “guerra sucia” en contra de Blanca Alcalá.

Rafael Moreno Valle se impuso sin duda, la elección podrán considerarla como “legal” pero es ilegítima.

Quedan todos los procedimientos que en el marco de la ley fueron presentados por mi partido político (PRI) y los demás partidos que contendieron, a los cuales daremos seguimiento hasta sus últimas consecuencias.

Que si el voto anti-priista superó al voto anti-morenovallista. Que si el contexto nacional jugó en contra de Blanca Alcalá. Habrá que analizarlo, como habrá que profundizar en los factores enunciados, así como en los obstáculos internos y externos. La realidad es que en Puebla hay una sociedad agraviada que decidió no participar y ello debe ser de una gran preocupación para los partidos políticos.

Sigo convencida que Blanca Alcalá representaba la mejor opción para Puebla. Asumir los resultados no implica abandonar nuestros principios, abanderar sus causas es el objetivo ya que son las causas del PRI.

“En la guerra no existen victorias sino distintos grados de derrota.”

El PRI ahora, se avoca a construir una autocrítica objetiva de los diversos escenarios que determinaron el comportamiento de los electores, profundizar en la variable de la discriminación y a la desigualdad asociada a las campañas políticas donde contienden mujeres; encontrar soluciones inmediatas que nos acerquen a la gente para recuperar su confianza, a entender -como lo señala el Presidente Beltrones- el mensaje ciudadano con estos resultados y trabajar de manera inmediata reconfigurando los liderazgos y dando mayor cabida a los sectores.

En la política moderna no solamente basta con arribar a un puesto público, sino que también se requiere la legitimación permanente que otorga el trabajo cotidiano de responder con prontitud y eficacia a las demandas ciudadanas.

Con dignidad pero con decisión en esta nueva etapa, en el PRI asumimos la decisión ciudadana, y haremos valer la confianza que nos otorgaron los casi 600 mil ciudadanos que creyeron y respaldaron con su voto en el proyecto de Blanca Alcalá. 

Asumiremos nuestro papel de partido en oposición al gobierno, convirtiéndonos en vigilantes permanentes del cumplimiento de sus ofrecimientos de campaña.

En política no hay victorias permanentes, ni derrotas vitalicias.

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Palabra de Mujer Atlixco

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