Después de la jornada electoral del 5 de junio, se desbordaron los ánimos de los suspirantes presidenciales, principalmente entre los panistas, movidos por el triunfalismo generado por las siete gubernaturas ganadas.

Así las cosas, después de 10 días de la elección, en los círculos políticos nacionales ya se habla de dos corrientes con rumbo a la elección de junio de 2018.

Entre el panismo nacional está cantada la apuesta: Margarita Zavala contra Ricardo Anaya.

No hay más.

En columnas, notas periodísticas, programas de radio, mesas de análisis y en los restaurantes políticos de moda, no se habla de otra cosa que de la carrera presidencial.

Anaya y Zavala por el PAN; Osorio, Nuño, Meade y alguna mujer por el PRI; López Obrador por Morena; Mancera por el PRD y párenle de contar.

Es decir, que la puja por la Presidencia de la República tiene muy claros prospectos, de los cuales veremos caerse a más de uno de aquí al fin de año.

Pero de lo que ya podemos estar seguros es que a la selecta lista no se sumará ninguno más.

Sin embargo, existe un personaje que suena con más fuerza que todo los anteriores.

Aunque usted no lo crea, estoy hablando de Rafael Moreno Valle.

Así como usted lo lee.

Para quienes vivimos en Puebla, el presidenciable con mayor exposición mediática y con el respaldo de la gran mayoría de las plumas locales es el Señor de Los Cerros.

Para fines prácticos, podemos decir que hay dos tipos de presidenciables: los nacionales y el de Puebla.

Sin duda, lo que hoy vive Rafael, convertido en el hazmerreír de los medios nacionales, particularmente de los que no aceptan embutes, es un duro golpe para su ego, sobre todo porque sus asesores le hicieron creer que tenían controlada a la mayoría de la prensa del país.

En conclusión, no hay duda de que si la elección presidencial fuera solo en Puebla, Moreno Valle sería desde hoy el candidato. Pero a nivel nacional, es el colero de la carrera a Los Pinos, si es que aún sigue en la competencia.

Nada lo define mejor que ser el presidenciable de Puebla.