Aún no concluye el ajetreo de la pasada elección y ya alzaron la mano cuando menos tres suspirantes por bando.
Por el lado panista están formados Jorge Aguilar Chedraui, Javier Lozano y Luis Banck; mientras que por el PRI ya formados vemos a Juan Carlos Lastiri, Enrique Doger y Alberto Jiménez Merino.
Capítulo aparte habrá que concederle a Martha Érika Alonso, quien depende más de las circunstancias de su esposo que de sus propias apetencias personales.
El destino político y electoral de la señora de Moreno Valle está supeditado a las negociaciones que realice su consorte, quien trata de combatir de manera desesperada su rezago en la carrera presidencial.
En este momento son dos los caminos que parecen más viables para el Señor de Los Cerros, ante el inminente fortalecimiento de Ricardo Anaya en el ámbito nacional, partiendo de la base de que las traiciones morenovallistas no le permitirán transitar junto a Margarita Zavala y Felipe Calderón.
En esa lógica, Moreno Valle deberá decidir si mantiene vivas sus aspiraciones personales y continúa su activismo por todo el país como lo hizo este fin de semana en Nayarit, o si en el corto plazo pacta la alianza con Anaya, sumando sus canicas al proyecto del niño azul.
En este último supuesto, Moreno Valle podría negociar hasta ser el sucesor de Anaya en la dirigencia nacional panista y de paso el primer lugar de la lista plurinominal en el Senado.
Dos posiciones de privilegio para replantear su futuro político y volver a soñar con Los Pinos, pero hasta 2024.
Pero si se aferra a la grande, puede perderlo todo en el ámbito nacional y verse obligado a mantener Puebla como su único reducto.
Y justo en medio de todos estos escenarios se encuentra el camino de Martha Érika Alonso, quien es la carta comodín de Rafael, aunque su presencia en las boletas no le garantizaría el triunfo.
No es ningún secreto que los suspirantes panistas piensan que la mayor vulnerabilidad de los posibles candidatos se centra —por obvias razones— en la propia señora de Moreno Valle.
Ahora bien, todos los escenarios que hoy vislumbra el círculo rojo de Puebla pasa por las manos del gobernador, pero habrá que observar el planteamiento político que haga Tony Gali a través de la conformación de su gabinete.
En el bando contrario, tras la debacle del 5 de junio, las circunstancias para el PRI parecen muy sencillas, ir con el que tenga los mejores números en enero de 2018 o dejar que el candidato presidencial lo decida con las consecuencias que ya conocen cuando apuestan por sus delfines.
Así las cosas, de lo que pueden ustedes estar seguros es que desde ahora veremos desatados e hiperactivos a todos los que sueñan con habitar la casona de Los Fuertes en 2018.