Sin temor a equivocarme, el Poder Judicial en el estado vive hoy su peor momento.

Magistrados improvisados, jueces sometidos, corrupción en todas sus áreas y todo el sistema bajo la tutela de un presidente cuya única misión es obedecer de manera incondicional las órdenes provenientes de Casa Puebla.

En este sexenio la administración de la justicia pasa por los intereses del Señor de Los Cerros, antes que por la letra de la ley.

Desafortunadamente cuando el resultado de un juicio no entra en los niveles de interés del mandamás poblano, este pasa a un segundo escalón, donde las determinaciones judiciales pasan a manos de unos cuantos despachos privados que tienen línea directa con el presidente del Tribunal Superior de Justicia, desde donde se definen los términos de las sentencias.

La queja constante entre los abogados postulantes en este estado es que hoy no se puede litigar de manera leal porque todo se define en el escritorio del magistrado presidente.

Y justamente para mantener ese control, desde Casa Puebla se prepara el nombramiento del nuevo magistrado que sustituirá al recién jubilado Fernando Rosales.

En una burda acción, los diputados morenovallistas preparan la unción del nuevo lacayo del gobernador, en la persona de Gabriel Moreno Gavaldón, quien actualmente ocupa un cargo dentro del Poder Ejecutivo.

Sus ligas con el morenovallismo son de todos conocidas, contrastando con su nula experiencia en el Poder Judicial.

Al igual que otros magistrados designados en este sexenio como Roberto El Boby Grajales, el futuro colegiado no ha visto una sentencia ni en el cine.

Hay que decir que con un cinismo extremo, fiel a las formas del morenovallismo, pidieron solo cinco currículums de jueces para conformar la terna con sus respectivos suplentes.

Si partimos de la base de que debieron ser seis las propuestas de jueces para completar la terna —3 titulares y 3 suplentes— y que solo pidieron 5; no se necesita ser sabio para entender que el sexto pasajero es el elegido.

En lo que será una burla más para los jueces que esperan ser elegidos magistrados por una amplia y limpia carrera judicial, todo indica que los nombres de Sandra Alicia Perena Iturriaga y Luis Herrera López solo fueron usados para tratar de legitimar la imposición de Gabriel Moreno Gavaldón.

Al final dirán que fueron estudiados los currículums de todos, incluidos los jueces y que el mejor perfil fue el del funcionario morenovallista.

Solo queda esperar que un milagro suceda y que los obligue a tomar en cuenta a un hombre o mujer con carrera judicial, aunque hasta ayer, la línea proveniente de la Casona de Los Fuertes es la de investir a Moreno Gavaldón como nuevo magistrado.

Ese es el nivel de justicia que nos dejará como herencia el inefable Señor de Los Cerros.

Pobre justicia, tan lejos de todos, y tan cerca de Moreno Valle.