La semana pasada, la Fiscalía General del Estado emitió un ridículo boletín para presumir el rescate de una máscara de Darth Vader, después de lo que ellos llamaron un arduo trabajo de inteligencia por parte de la dependencia.

Una máscara con un valor de 60 mil pesos del personaje del lado oscuro de la Guerra de las Galaxias, fue motivo de un boletín que provocó un tremendo cachondeo en diversos programas radiofónicos de la Ciudad de México.

En contraste, un caso que puso a Puebla en los titulares deportivos de otros países fue el robo que sufrieron en su hotel los jugadores de la selección olímpica de Argentina mientras disputaban un partido amistoso con el equipo tricolor en el Chiquihuite Azul.

Por tratarse de un robo en un lugar privado, no podemos responsabilizar a las autoridades, pero sí podemos cuestionar los nulos resultados de la investigación.

Hasta ahora, el equipo de "inteligencia" del que presumió Carrancá cuando rescataron la máscara de Darth Vader, no ha logrado ningún avance, pese a que el hotel entregó los videos obtenidos por las cámaras de seguridad.

Es tal la ineficiencia y lentitud de la Fiscalía, que la delegación argentina no dudó en señalar un encubrimiento de la autoridad hacia los autores del robo.

Pero eso sí, la máscara del villano oscuro de Star Wars está sana y salva gracias a la inteligencia de Víctor Carrancá y a su equipo de investigadores.

Podemos dormir tranquilos.

La visión elitista de RMV

Para corregir el problema del comercio informal, el gobierno no puede reprimir sin dar opciones reales a los ambulantes.

Para desalojar, se deben agotar las negociaciones y dar condiciones a los vendedores callejeros.

En Puebla la historia me da la razón, aunque lamentablemente esta la desconoce el Señor de Los Cerros.

Por lo tanto, permítanme recordársela.

La madrugada del 1 de agosto de 1986 se montó un gran operativo policiaco. Los elementos no llevaban armas de fuego y comenzaron a retirar los puestos que invadían más de cien calles del primer cuadro de la capital.

Cómo olvidar que Puebla fue escenario de una película norteamericana, ya que era lo más parecido a una ciudad del Medio Oriente.

Pero detrás del desalojo, había un proyecto de visión creado por el profesor Jorge Murad, quien limpió las calles de ambulantes, pero les dio espacios dignos.

Fue la última ocasión en que se invirtió realmente en mercados populares, que tuvieran estacionamientos, baños, contenedores de basura, agua y el espacio suficiente para vender.

Ahora se quejan de los ambulantes, pero realmente en 30 años no se han construido mercados en la capital, y las unidades habitacionales que surgen, lo que tienen es un espacio para un Wal Mart o un Soriana, pero no para un centro de abasto.

En 1986 existió una correcta planeación y un convenio que se firmó con las agrupaciones de vendedores, incluida la 28 de Octubre, en el que se establecía la obligatoriedad de parte del gobierno de reglamentar todos los circuitos y niveles de comercio de manera tal que el gran comercio no fuera aniquilador del micro pequeño y mediano, sino que fuera complementario.

El gran bloque de centros comerciales estaba constituido por los mercados Hidalgo, Morelos, Zapata, Zaragoza, Madero, Héroes e Independencia, repartidos en diferentes puntos de la capital para la desconcentración comercial, una vez que 90 por ciento de la actividad se aglutinaba en el primer cuadro.

¿Por qué no impulsar nuevamente el comercio popular, sabiendo que ese dinero se quedaría en Puebla?

Evidentemente Rafael no piensa ni pensará en nuevos mercados.

Si no es un centro comercial con tiendas exclusivas y zonas VIP, el proyecto no entra en su visión transformadora.

Evidentemente, nunca ha ido como hijo de vecino a ninguno de ellos y mucho menos entiende los problemas de esa gente.

Él los ve como unos mugrosos conflictivos a los que hay que desalojar y desaparecer.

Afortunadamente, ya nada más le quedan 166 días y contando.