Desde la llegada del morenovallismo al poder, la realidad que vive la entidad siempre fue maquillada.

Una y otra vez los funcionarios fuereños matizaron cifras, estadísticas y realidades para mostrar un gobierno dizque eficiente que presumía hasta el hartazgo que Puebla vivía en un clima de seguridad.

Pero esta mentira no fue solo de los funcionarios, el propio Moreno Valle declaró al semanario Zeta, en mayo de 2015, que se blindaba al estado y presumió la colocación de arcos de seguridad, que dijo, servirían para evitar que el crimen organizado ingresara.

Sin embargo, la realidad siempre superó a los morenovallistas. Una muestra más de la política de negación es la escalada de violencia que hoy vive el estado.

Por más que se empeñe en tapar el sol con un dedo, lo cierto es que la violencia y la inseguridad se apoderaron del territorio poblano.

Asesinatos de todo tipo están al alza. Son cada vez más los presidentes municipales amenazados por la delincuencia organizada y el gobierno no hace nada por impedir que el clima de inseguridad aumente en la entidad.

Por el contrario, se dedica a minimizar los hechos y con ello facilita el actuar de los delincuentes que no encuentran resistencia por la autoridad, la misma que debería ponerlos tras las rejas, en la cárcel.

Desde el inicio de la administración y poco a poco la delincuencia organizada rebasó al morenovallismo. Así pasó con el robo de combustible de los ductos de Pemex, también sucedió con las ejecuciones y los asaltos.

A esta negra lista se suman, por desgracia, los secuestros y asesinatos de presidentes municipales y funcionarios públicos. Cuatro en lo que va de la administración.

El morenovallismo dirá misa, negará la realidad que vive el estado, pero los que padecemos todos los días la ola de violencia sabemos que nos pretenden engañar con el único fin de mostrar un gobierno eficiente y presumir a Puebla como lo que ya no es. Todo para lograr una candidatura presidencial.

Afortunadamente la sociedad ya abrió los ojos y sabe perfectamente que la inseguridad que azota a la entidad ya superó al morenovallismo.

Así, las declaraciones del secretario general de Gobierno, Diódoro Carrasco, son una patada de ahogado ante la incapacidad de instrumentar estrategias que combatan de manera eficaz al crimen organizado.

Para la administración fue y es más fácil minimizar la ola de violencia que enfrentar a los delincuentes y cumplir con su deber que es el de garantizar la seguridad de todos.

Lo bueno es que este gobierno ya se va. Desgraciadamente para los poblanos, nos quedaremos con las consecuencias de la frivolidad e incapacidad del morenovallismo que gobernó Puebla.