Cunde la desesperación del Señor de los Cerros por su nulo crecimiento en la esfera nacional.
Las huellas del suspirante presidencial poblano han quedado marcadas en cada paso que da para tratar de descarrilar el tren tripulado por Ricardo Anaya.
Para su mala fortuna, la fama del habitante de la casona de Los Fuertes sobre su forma de operar es conocida de toda la clase panista.
En el equipo del presidente nacional del blanquiazul no hay duda de la autoría del espionaje realizado en contra de figuras panistas.
La grabación telefónica que apareció en las redes sociales entre la excandidata Brenda Ruiz Aguilar y el diputado Jorge Triana que figuraba en la terna para presidir la mesa directiva en San Lázaro, evidenció una ruptura entre las principales fuerzas blanquiazules, particularmente entre Anaya y Madero.
Y aunque la fisura entre ambos personajes ya era evidente, lo verdaderamente importante fue escuchar la forma en la cual un personaje como Federico Döring se refiere a Ricardo Anaya, a quien aseguran no baja de pendejo.
Ese es el valor mediático de la conversación. El resto, es el morbo requerido para generar el interés y viralizar la grabación, pero lo verdaderamente importante era que la gente escuchara cómo Anaya es tachado de pendejo.
Que si Döring estaba "ahogado de pedo", que si se mete cocaína, que si Marcelo (García Almaguer) también estaba ahogado, que si... bla, bla, bla...
Y esto surge justo dos días después de que Anaya diera un albazo para imponer a Javier Bolaños y a Guadalupe Murguía para presidir la Cámara de Diputados.
Y es donde los panistas sacan sus propias conjeturas.
Madero no tiene ni la capacidad, ni la malicia para realizar un espionaje de ese nivel.
En contraposición, tanto Ricardo Anaya como Gustavo Madero saben de primera mano quién sí tiene la estructura y la capacidad para infiltrar a sus enemigos.
Ellos fueron benefactores directos del espionaje realizado por el Señor de Los Cerros en sus campañas para presidir el CEN del PAN.
A Ricardo y a Gustavo no les cuentan. Ambos saben de lo que es capaz su exaliado político.
De ahí que las prácticas desesperadas del suspirante poblano lo tengan hoy marcado como el gran espía.
Y las consecuencias de esta traición se verán en los próximos días.
Ricardo y Rafael tienen un ADN muy similar, con la diferencia de que el primero tiene el control asegurado de su partido hasta la definición de la candidatura presidencial y el segundo dejará el poder en 4 meses, quedando en el limbo político.
Sobra decir quién de los dos está en plena debacle.
Y lo peor, está por venir.