El reportaje que hoy publica Intolerancia Diario firmado por la pluma del reportero Francisco Sánchez Nolasco, revela datos que en una comparativa, los hacen demoledores para quien ha querido engañar a los poblanos asegurando que es el mejor gobernador que ha existido en Puebla.

Se necesita ser cínico para hacer de un gobierno una farsa, para engañar a todo aquel que no conoce los números reales de esta administración.

Para fortuna nuestra, la frialdad de los números desnuda al farsante.

Veamos.

Las cifras del cierre de la administración son contundentes. Formalmente ejerció 371 mil 560 millones de pesos de presupuesto para sus 6 años de gobierno.

La federación no le escamoteó absolutamente nada.

Si se comparan los 52 mil 534 millones de pesos de su primer año con los 72 mil 322 millones de 2016, se concluye que recibió casi 20 mil millones de pesos más, aunque este altísimo incremento solo fue para favorecer a unos cuantos.

Para el gobierno estatal, el desarrollo fue construir edificios y ponerles mosaicos blancos y azules para dar el efecto MV, pero no hubo programas reales para combatir la pobreza.

Los más de 371 mil millones de pesos que ejerció no sirvieron para sacar a Puebla del tercer lugar de pobreza extrema, sitio que compartió con el estado de Oaxaca.

Analizar lo que se ejerció por cada año muestra que siempre el presupuesto iba en aumento, pero la atención al campo y combate a la pobreza no llegó.

Según las estadísticas, en la entidad, 64.5 por ciento de la población es pobre, mismo número que en 2012, por lo cual no se avanzó ni se retrocedió, según datos del Coneval.

Por más que se quieran maquillar las cifras, no se puede ocultar que tuvo todo para transformar a Puebla, pero solo lo hizo en su visión y no con la de los poblanos, lo grave es que en los próximos años ya no existirán estos recursos excedentes, pues el Señor de Los Cerros nos dejará una deuda real de más de 50 mil millones de pesos, aunque en su imaginación la deuda disfrazada se borra a través de las PPS y gracias a esta argucia solo se reflejen 8 mil 474 millones de pesos.

Al final, la realidad de Puebla es que nos dejó un estado en quiebra, hundido en la pobreza, pese a que recibió dinero a manos llenas.

Sin embargo, todavía sueña —junto con los empresarios paleros del CCE de Puebla— en ser presidente.

Para fortuna nuestra, los números son fríos y estos lo marcan como un mediocre estadista.

 Y los resultados electorales también lo marcan como el peor de los suspirantes presidenciales.

Dios existe.