El domingo pasado la nota principal del periódico Reforma detonó un escándalo de proporciones mayores al revelar una serie de corruptelas entre funcionarios de la SCT y un grupo de constructoras poblanas.

En esa vorágine informativa, empezaron a salir a la luz algunos nombres de quienes son los propietarios de esas empresas y sus ligas con algunos funcionarios públicos, presuntamente involucrados en un fraude al erario de alrededor de mil 200 millones de pesos.

Entre los empresarios poblanos se mencionan los nombres de Hugo Karam y Armando Prida, al igual que el del diputado José Chedraui y varios altos mandos de la SCT.

No faltó el despistado que hasta a este columnista intentó involucrar, asegurando que tengo una constructora beneficiada. En ese afán de intentar desacreditar a Intolerancia Diario, el jilguero morenovallista buscó encontrar una relación de negocios turbios con uno de los contratistas señalados.

Lamentablemente, cuando estos señalamientos vienen por encargo de quien lo abastece de tlacoyos, vuelve a caer en el juego del ataque sin más pruebas que su trastornada imaginación.

Por fortuna, el tema de la SCT lo he tocado en columnas.

El 8 de enero de 2015 en la columna titulada: Caravana con sombrero ajeno: Ante toda esta frivolidad, llama la atención cómo en cada una de estas obras se resalta la complicidad de los funcionarios del gobierno federal, quienes se convierten en comparsas y celebran al Señor de las Balas.

El mejor ejemplo lo vimos este miércoles, cuando Raúl Murrieta Cummings, subsecretario de Infraestructura de la SCT, se convirtió en el mejor aliado del aspirante panista a Los Pinos.

Su discurso, lejos de apuntalar al gobierno de Peña Nieto, sirvió para darle un espaldarazo al actual gobernador. Cummings entonó una loa al morenovallismo”.

El 8 de septiembre de 2015 volví a tocar el tema en la columna intitulada Rosario Robles, un antídoto contra RMV: “Menuda sorpresa se llevó el gobernador Moreno Valle, cuando en su discurso, Enrique Peña anunció que el secretario de Comunicaciones y Transportes, Gerardo Ruiz Esparza, dejaba de ser el enlace del gobierno de la República con el de Puebla, y que en su lugar le encargaba a la nueva titular de Sedatu esta responsabilidad.

Para nadie es un secreto que Ruiz Esparza se convirtió en un alcahuete de Moreno Valle y que dejó que este presumiera las obras realizadas con dinero cien por ciento federal como propias y que hasta las pintara de azul”.

Así o más claro.