El breve viaje por tierras europeas que hice la semana pasada, coincidió con el Día Mundial sin Coche, que busca concientizar a los millones de automovilistas que afectamos a diario nuestro medio ambiente.

Francia, Suiza y particularmente Holanda, tienen una cultura que marca años luz de distancia con nuestra nula educación vial.

El estacionamiento de bicicletas en la central de trenes de Amsterdam es de tres niveles, alberga miles de estos artefactos móviles y supera por mucho el espacio destinado a los coches.

Las aplicaciones de mapas para los smartphones como Waze, no solo detectan el tránsito vehicular, sino el de bicicletas, para definir rutas alternas.

Por donde se le vea, lo que anteriormente era un tema exclusivo de países orientales, hoy ya es el modo de transporte dominante en buena parte de las ciudades europeas.

Si a esto sumamos el eficiente sistema de transporte público, con tranvías de alta tecnología, amplia red de Metro y trenes eléctricos de interconexión, tenemos que mientras nuestros gobernantes sigan las absurdas políticas de movilidad, seguiremos condenados a un transporte de tercer y cuarto mundo.

¿Y qué han hecho para lograr tanta eficiencia en movilidad?

De entrada, se olvidaron de las obras de relumbrón y apostaron por la eficiencia.

Como ejemplo podemos hablar del Metrobús y las ciclovías de Puebla.

Mientras en la entidad hicieron unas terminales costosas para las dos líneas del Metrobús, en Europa los tranvías y los autobuses articulados funcionan con piso y accesos bajos, por lo cual no requieren terminales con altura, sino una simple parada clásica de autobús con un par de bancas, abaratando el costo de manera considerable y dando facilidades a las personas discapacitadas y de la tercera edad.

Eso lo sabía el Señor de los Cerros, pero prefirió las terminales y camiones de piso alto para que —según él— se vieran más apantalladoras.

Por lo que toca a las ciclovías, recorrí una buena parte de las que se han puesto en Frankfurt y Amsterdam y no vi una sola en segundo piso, ni con toda la parafernalia de las de Puebla; por el contrario, solo los caminos en asfalto con jardines bien cortados a su costado. Ah, pero eso sí, conectan a todos lados.

Y es eso lo que Moreno Valle no entiende.

Las ciclovías son para transportarse, para facilitar la movilidad, la conectividad, el acceso al trabajo, al mercado y las escuelas. No son para salir el domingo a pasear y presumir la bici nueva. Las bicicletas deben ser vistas en primera instancia como un medio de transporte.

Si también sirven para hacer ejercicio y cumplen con fines recreativos, estos ya están cubiertos con espacios como el Parque Lineal y el Parque Ecológico.

Con el gasto millonario del nuevo parque lineal de la avenida Hermanos Serdán, podría haberse construido una verdadera red vial para bicicletas, austera pero eficiente, similar a las que abundan en Europa, Oriente y en Estados Unidos.

Lamentablemente, estas obras no sirven para que Rafael se saque la foto para su promoción como el gran transformador de Puebla.

Lo que no dice es que solo ha transformado un pedacito de la capital. Lo demás está igual o peor que antes.

Que lo compre quien no lo conozca.