Sin excepción, los poblanos caemos continuamente en el error de pensar que lo que acontece en nuestra aldea tiene la misma repercusión y trascendencia que en el resto del país.
Sin darnos un instante para la reflexión, suponemos que la percepción política local está ligada a la que —nos guste o no— rige los destinos de este país, y que no es otra que la de la ciudad capital.
Inmersos en Puebla en la vorágine morenovallista, donde no se habla de otra cosa que de los caprichos y las obsesiones presidenciales del Señor de Los Cerros, caemos en la falsa dinámica de un escenario que solo existe en la mente perversa de un personaje enfermo de poder y que está convencido que con carretadas de dinero y chantajes políticos puede revertir una tendencia que lo coloca como un inquieto suspirante provinciano, dispuesto a venderle su alma al diablo con tal de cruzar su pecho con la banda presidencial.
Lo sucedido este sábado en San Luis Potosí, donde Moreno Valle vivió el desaire del panismo de dicho estado, en un evento desolado, es el reflejo de la realidad nacional panista, que tiene claro que están en el camino de retorno a Los Pinos, pero bajo una sola premisa: que se pongan de acuerdo Ricardo Anaya y Margarita Zavala para que uno de ellos reabra las puertas de la residencia oficial.
No hay más y eso lo saben los panistas de todo el país.
Así las cosas, no es gratuito el desaire a Moreno Valle, por el contrario, este desdén irá creciendo conforme se acerque 2018 con todas las frustraciones que esto implica para un hombre muy poco tolerante a las condiciones adversas.
Y es aquí donde vienen los problemas para Puebla.
A diferencia de quienes pudieran pensar que con el tropiezo de Rafael en sus aspiraciones presidenciales se termina el tormento para los poblanos que atestiguamos el saqueo desmedido de las arcas públicas, los actos de autoritarismo, la ingobernabilidad, el crecimiento de la inseguridad, el abandono a las regiones más necesitadas; lamento decirles que los verdaderos perdedores seremos precisamente los poblanos.
Ante la caída del proyecto nacional, Moreno Valle dedicará su estructura, poder y dinero para adueñarse de un estado, para convertirlo en su último reducto.
Si la descomposición en el PRI continúa y Morena no logra posicionar a un candidato competitivo para pelear la gubernatura en Puebla, las circunstancias políticas podrían hacer de este estado una especie de franquicia con la marca del nieto del general.
No es ningún secreto que desde hoy el morenovallismo trabajaba a marchas forzadas en esta aldea para fortalecer las aspiraciones de Martha Érika Alonso como la candidata a gobernadora panista en 2018.
Pero es evidente que la negociación de Rafael al momento de entregar sus canicas a Anaya o Zavala, abarcará mucho más que la candidatura de su esposa.
En los acuerdos de Puebla estará incluida la gubernatura, la capital, las fórmulas al Senado, las diputaciones federales y locales, las alcaldías y la cereza del pastel que es la plurinominal al Senado para Rafael.
No duden que hasta la escritura de la Catedral, de Casa Puebla y hasta de la Pirámide de Cholula estén en la lista de las exigencias del Señor de Los Cerros, a cambio de un supuesto millón de votos que es el número que el propio Moreno Valle presume.
¿Le darán Puebla a Rafael?
Veremos y diremos.
La misoginia morenovallista
Tuvo que ser hasta el final de la gestión morenovallista cuando se comienzan a dar cuenta que en Puebla la violencia de género es un tema de absoluta emergencia.
El nivel de riesgo por el número de feminicidios ocurridos en el año, de aproximadamente 67, ha encendido los focos rojos, al grado de que los levantadedos morenovallistas ya preparan un paquete de iniciativas para parchar la ley.
Según anunciaron, será este mes cuando el Señor de Los Cerros mande el paquete en el que también se pretende incluir el tema de violencia obstétrica, que servirá para lavarse las manos del mal manejo del sistema de salud, ya que se buscará culpar a los médicos de la mala atención a la paciente, buscando sustituir la desatención que padecen infinidad de mujeres por falta de equipo y personal médico.
Un dato más.
En el caso del Instituto Poblano de la Mujer, Verónica Sobrado echó al bote de la basura el trabajo que llevaban a cabo en esa dependencia hasta antes de su llegada. Ahí se encontraba un proyecto por medio de siluetas para ubicar las zonas de mayor riesgo para las mujeres, el trabajo fue reconocido en España, pero la funcionaria lo desechó de un plumazo.
Para la violencia política hay que ver la suerte que corrieron dos secretarias del gabinete de Rafael Moreno Valle, una de las cuales señala “fueron los peores días de mi vida”.
Habrá que ver qué más tienen los documentos, pero a Rafael no le interesa que se erradique la violencia contra las mujeres, solo le importan los golpes mediáticos que lo muestren como un político sensible, pese a su historial represor.
Para fortuna nuestra, las hemerotecas y las memorias digitales lo desnudan.