Una gran historia de  cooperación e intercambio técnico y tecnológico hemos tenido con instituciones cubanas desde 1989, cuando se firmó el primer convenio entre el Departamento de Zootecnia de la Universidad Autónoma Chapingo y la Estación Experimental de Pastos y Forrajes Indio Hatuey de Matanzas, Cuba

Varios profesores mexicanos de Chapingo y varios cubanos de la Estación formaron parte de esta iniciativa y realizaron visitas de intercambio en las áreas de manejo del pastoreo para la producción de leche y carne, producción de semillas, establecimiento y manejo de praderas y, conservación de los forrajes para la época de sequía.

Entre los más importantes aportes que obtuvimos en ese tiempo puedo destacar el aprendizaje sobre la definición y orientación de líneas de investigación de acuerdo a las necesidades regionales y nacionales, definidas en sus planes de gobierno.

Además, iniciamos un proceso de acercamientos promoviendo acuerdos y convenios entre instituciones nacionales e internacionales para el intercambio tecnológico y comercial, la cual dura hasta la fecha.

Creo firmemente que, para impulsar el desarrollo tecnológico sustentable estamos urgidos de formar líderes que luego puedan guiar el desarrollo de sectores productivos en  comunidades y regiones.

Para esto, es necesario formar a nuestros jóvenes a través de estancias cortas, de 1 a 3 meses, en instituciones y/o empresas nacionales e internacionales, líderes en la solución, de lo que para nosotros aún es un problema.

Acercarse a los que saben y no pretender inventar el hilo negro o el agua caliente, es una recomendación del más humilde sentido común para la formación de profesionistas más pertinentes. Si en algo han fallado los programas de fomento y apoyo a productores en general, es que se crea o inventa algún programa, se hacen sus reglas y  se entregan los apoyos, pero no se capacita personal para acompañar, vigilar y potenciar esos apoyos, pero además, no existe vinculación entre la formación profesional y las políticas públicas, si es que las hay. Muchas veces hemos visto sólo programas aislados, ocurrencias o caprichos sexenales.

Por ello, y después de la primera experiencia cubana, siendo ya Secretario de Desarrollo Rural de Puebla, impulsé en el 2006 un convenio con el Instituto Nacional de Investigaciones Fundamentales de la Agricultura Tropical (INIFAT) para la capacitación, durante un mes, de 16 profesionistas poblanos sobre Agricultura Familiar, ésto en apoyo de nuestro programa de Seguridad Alimentaria.

Es importante señalar que debido al embargo económico que los Estados Unidos mantuvo con Cuba, ésta tuvo la necesidad de desarrollar sus propias soluciones tecnológicas en materia de alimentación.

En México, pero principalmente en Puebla, esas necesidades eran muy coincidentes con las nuestras.

En esa época tuve oportunidad de conocer un programa de producción de hortalizas en predios baldíos de La Habana, que permitía abastecer a las familias urbanas y periurbanas de las mismas.

Posteriormente, también promovimos con el Ministerio del Azúcar (MINAZ) un convenio de cooperación para que técnicos cubanos apoyaran el desarrollo de la caña de azúcar en la zona de Atencingo.

Así, con tan sólo 4 millones de pesos, pudimos atender el control del gusano barrenador de la caña el cual provocaba pérdidas de 21 millones de pesos al año a los productores.

Además, se hicieron análisis de suelos para fertilizar con base técnica, se modernizó  el riego, se modificó  el manejo de suelo y se instalaron laboratorios para la reproducción de insectos y organismos benéficos enemigos de plagas.

Productores cañeros poblanos estuvieron en Cuba para tener demostraciones tecnológicas y fueron testigos cuando firmamos en medio de un cañaveral este convenio de cooperación con el titular del MINAZ.

Asimismo, siendo diputado federal por Puebla, en el año 2004, fuí comisionado a un Foro sobre el Agua para hablar sobre la Ley de Aguas Nacionales, en Ciego de Ávila, Cuba.

En ese entonces había una gran sequía en la isla del Caribe tal como lo fue recientemente, en los meses de julio y agosto de este año, de acuerdo con algunos reportes climáticos. Allí, el titular del Instituto Nacional de Recursos Hidráulicos de este país me pidió le permitiera reproducir el libro “Agua para el Desarrollo” para el personal de la institución, lo cual hice con gran gusto por escrito a título gratuito para ayudar a nuestros hermanos cubanos.

Después de esta primera experiencia de 1989, los convenios y acuerdos de cooperación técnica y científica en benefiocio de algunos poblanos interesados en desarrollarse, continuaron con países como Costa Rica, Colombia, Chile, Universidad de Nuevo México, Estados Unidos, China, Brasil, España.

Por su parte, en Puebla, firmamos cooperaciones y capacitaciones con algunas universidades como UPAEP, BUAP, UVP, UTH, UTIM, UTT, UIC Huehuetla, UIS Chilchotla, así como con los Institutos Tecnológicos Superiores de Acatlán, Atlixco, Tlatlauquitepec, Tepeaca, Libres, Tehuacán, Ciudad Serdán y Teziutlán, todo esto con el único afán de mejorar la calidad de vida de los poblanos.

Alberto Jiménez Merino

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