Mofándose quizá de la nula memoria de los electores, el Señor de Los Cerros ha hecho de la mentira, un auténtico estilo de vida.

Mentiras piadosas, mentiras gubernamentales, mentiras históricas y todo un complejo catálogo de la falsedad es el que utiliza el gobernador poblano para intentar convencer a los mexicanos de que puede ser el presidente que salve a esta nación.

Aquí les van solo algunas.

Presumió desde su llegada a Puebla el grado académico de doctor, cuando en realidad no lo es. Desde hace cuatro años decidieron omitir el grado para evitar ser desnudado por los medios nacionales.

La mentira histórica de Chalchihuapan con la teoría del cohetón, misma que fue aclarada por la Comisión Nacional de los Derechos Humanos y en la cual se demostró la conjura gubernamental para lavarle la cara al gobernador, tras el flagrante homicidio del niño José Luis Tlehuatlie.

La mentira sobre la negación de la compra de los helicópteros Agusta, la cual fue documentada y comprobada por Intolerancia Diario, teniendo que reconocer la multimillonaria adquisición.

La negación de la existencia de más de un centenar de presos políticos, pese a que organismos internacionales tienen documentados estos encarcelamientos.

La mentira sobre la supuesta Rueda de la Fortuna más grande del mundo, trayendo a Récord Guinness a avalar que la Estrella de Puebla lo era, pero con letras chiquitas pusieron que es la "más grande del mundo", pero de las ruedas portátiles.

La mentira gubernamental sobre la deuda, asegurando que no ha pedido un solo peso prestado, pese a que está comprobado que a través de PPSs para la construcción del CIS, del Museo Internacional Barroco y de la plataforma de Audi, comprometió recursos por más de 70 mil millones de pesos, pagaderos a 30 años.

Y la más reciente mentira es la que anda diciendo en sus eventos con panistas acarreados en todo el país, a quienes les

asegura que él no han necesitado de la vía plurinominal para alcanzar un cargo de elección, cuando en realidad fue una diputación local por esa vía la que negoció con Mario Marín para renunciar a sus aspiraciones.

Y lo peor de todo es que en esta nueva etapa, como suspirante presidencial, una de sus frases favoritas es: "En política como en la vida, la palabra vale: soy amigo de mis amigos, en las buenas y en las malas."

Vaya, vaya.

Que lo compre el que no lo conozca.

¿Su palabra vale?

¿Vale la palabra de un mitómano?

Su cinismo parece competir codo con codo con su mitomanía.

Por fortuna, las pruebas lo desnudan.