Si todas las inauguraciones de obras gubernamentales debieran ser prohibidas por la ley, ya que no se puede festejar el cumplimiento de acciones realizadas con recursos públicos cuando esto es su obligación, menos se puede celebrar con pitos y maracas la conclusión de una cuyo uso va a implicar el pago de una alta cuota por concepto de peaje.

Ayer, el presidente Peña y el gobernador Moreno Valle se llenaron la boca cuando presumieron la culminación del viaducto.

Lo que no dijeron es que este segundo piso no es una obra pública, sino un negocio concesionado, cuyo derecho de paso nos va a costar entre 46 y 53 pesos.

Con total desvergüenza, Moreno Valle escribió estos mensajes en su cuenta de Twitter: “#ViaductoElevado segundo piso #Puebla necesitó 62 mil 530 toneladas de acero, suficientes para construir 8.5 veces la Torre Eiffel

332 mil metros cúbicos de concreto, con lo cual, se podría construir casi 8 veces el estadio Azteca. #ViaductoElevado

El #ViaductoElevado segundo piso, es una muestra más del legado que se construye en #Puebla.

¡Sí podemos transformar la vida de la gente!"

¡Conmovedor el góber!

Y es aquí donde vuelvo a preguntar: ¿por qué en ningún mensaje dijo lo que nos va a costar?

Porque si te vas por abajo te seguirás tardando los mismos 40 minutos de antes.

En esa lógica, ¿quiénes son los beneficiados por esta obra?

Pues francamente yo solo veo dos grupos: los altos funcionarios federales y estatales que engordaron sus arcas personales con las jugosas comisiones de una obra multimillonaria, y los empresarios dueños de la concesionaria que explotará durante 3 décadas esta obra.

Entonces, ¿de qué se sienten orgullosos Peña y Moreno Valle?

¿Forman parte de alguno de los grupos beneficiados?

¿O simplemente se burlan de nosotros los poblanos?

La rebanada del pastel azul

Los focos rojos se han encendido ante la renovación del Consejo Nacional del PAN que se realizará en enero de 2017, cuando se integrará el órgano que decidirá las reglas de juego para el proceso interno de 2018.

Y es que la rebanada del pastel que le corresponde a Puebla de forma directa es mínima; podrá meter de cuatro a cinco consejeros electos en su asamblea estatal y el resto tendrá que ser votado en la asamblea nacional.

Es lógico que los grupos de Ricardo Anaya, Margarita Zavala y del gobernador de Guanajuato, Miguel Márquez, van a tratar de tener el mayor número de consejeros afines, pues los tres tienen aspiraciones para participar por la candidatura a la Presidencia de la República.

Hay una característica que une a estos personajes, se trata de panistas de cepa y por lo tanto los consejeros que ellos consigan no serán priistas o perredistas pintados de azul, sino gente que buscará que las reglas del juego favorezcan a un albiazul.

Es un hecho que en la asamblea estatal del 11 de diciembre se aplastará a la débil oposición que hay en el interior de Acción Nacional y que en el consejo estatal se quedarán con todo el pastel, pero podría compararse como un “Gansito Marinela”, que está junto al pastel de una boda real.

Los panistas de diferentes estados le están apostando a Margarita Zavala, o Ricardo Anaya, y salvo el caso de Tlaxcala podría sumarse a Puebla para pagarle favores a Moreno Valle, pero no le alcanza para tener el control del Consejo Nacional, donde por cierto está Javier Corral, gobernador de Chihuahua, quien no olvida cómo fue tratado en Puebla cuando buscó la dirigencia nacional.

Así, en la entidad se tendrá un Consejo Estatal, donde la mayoría de los integrantes servirán a la reina que ocupa la secretaría general del Comité Directivo Estatal, y al paje de honor llamado Jesús Giles, quien presume ser el presidente del partido cuando se descuidan Martha Erika o Javier Lozano.

Lo que es un hecho es que para el grupo morenovallista en el PAN, lo peor está por venir.