De verdad se necesita ser un auténtico cara dura para andar por todo el país dando conferencias bajo el título de “Gobiernos Humanistas”, cuando dedicaste seis años de tu administración a atacar de manera sistemática los derechos humanos de los poblanos.

Cómo es posible que Rafael se presente como un humanista, cuando en su gobierno hay documentados más de cien presos políticos, un niño muerto en un desalojo policiaco, una persecución sistemática contra los medios de comunicación críticos, cárceles que atentan contra la dignidad, un grave crecimiento de la pobreza y una Fiscalía General convertida en garrote político al servicio del mandatario.

Aquí les comparto algunos conceptos doctrinarios que definen a un gobierno humanista:

Un gobierno humanista tiene como principio, sujeto y fin a la persona, esa es la razón de ser del gobierno. Desde las organizaciones más primitivas hasta el gobierno actual, los individuos han cedido parte de su libertad para que los gobiernos armonicen las relaciones entre los componentes de la sociedad, para que den seguridad y busquen el Bien Común.

Un gobierno humanista debe estar formado por funcionarios que vean la política como la oportunidad de servir a la sociedad y a cada uno de sus integrantes, y no como la oportunidad para servirse de ellos en provecho propio.

Un gobierno humanista debe ser promotor del desarrollo material y espiritual de un pueblo; debe estimular la participación de las personas y su organización social, ser respetuoso de las decisiones democráticas de los ciudadanos y garantizar un orden social firme y duradero."

Tras citar estos principios básicos de un gobierno humanista, creo que la antítesis perfecta la vivimos en Puebla con Moreno Valle.

Por increíble que parezca, el Señor de los Cerros utiliza un concepto humanitario como estandarte de campaña, cuando el autoritarismo, la soberbia y la intransigencia han sido el sello permanente de su gobierno.

Y lo peor de todo es que el cuento de ser un político humanista ya se lo creyó y piensa que puede engatusar a miles de incautos para catapultar sus aspiraciones presidenciales.

Que lo compre quien no lo conozca.