Con su simple presencia, Margarita Zavala llegó al estado que en papel es el más adverso para ella, para demostrar que es la más fuerte aspirante de Acción Nacional a la candidatura presidencial.
Contra todas las presiones, amenazas e intimidaciones, los panistas acudieron a respaldar a Margarita.
A diferencia de Moreno Valle, que ofrece desayunos gratuitos y necesita de la estructura del gobierno para obligar a los empleados de municipios azules a acudir a las supuestas conferencias del poblano, Margarita Zavala abarrotó la reunión con panistas sin mayores anzuelos que el contacto personal con la exprimera dama.
Pero lo más relevante es que esto se dio en el estado de Rafael. Y lo repito textual: el estado de Rafael.
Quienes sabemos cómo se las gasta el Señor de Los Cerros, tenemos claro que la prohibición para todos los empleados del gobierno morenovallista fue absoluta, por lo cual el éxito del evento retoma un valor de proporciones mayores.
No se necesita ser un profundo analista político para darse cuenta que para 2018 hay dos personajes que convocan de manera natural: Andrés Manuel López Obrador y Margarita Zavala.
En contraria posición, Rafael Moreno Valle depende de su dinero y del apoyo de las estructuras de gobierno que para su mala —fuera de Puebla— fortuna ya no ganan ni una elección de jefe de manzana.
El viejo esquema que utiliza el gobernador poblano está agotado.
Ni sus millones, ni sus sucios acuerdos, ni sus amenazas y mucho menos sus complicidades con el poder federal le permiten competir con quienes convocan de manera natural.
Ayer no hubo desayunos gratis y tampoco acarreados, pero sí un grupo de panistas arrepentidos de haberle entregado las llaves de su partido a un personaje enfermo de poder, que en cuanto pudo los traicionó.
Así las cosas, hasta en su estado Moreno Valle es exhibido como un aspirante de caricatura al lado de la candidata azul.
El Relicario, la estocada final
Ayer las comisiones de Hacienda y la de Presupuesto del Congreso del Estado avalaron, por separado, la venta del inmueble de más de 8 mil metros cuadrados.
El pasado 25 de octubre se entregó el oficio SGG/250/2016 donde “Diódoro Humberto Carrasco Altamirano, Secretario General de Gobierno, quien por acuerdo del Ciudadano Rafael Moreno Valle Rosas, Titular del Poder Ejecutivo del Estado de Puebla, remite la Iniciativa de Decreto por el que se le autoriza a enajenar la fracción de 8,867.35 metros cuadrados (ocho mil ochocientos sesenta y siete metros punto treinta cinco centímetros cuadrados)”.
En el terreno se encuentra el inmueble conocido como plaza de toros “El Relicario Joselito Huerta”, que pertenece al espacio que integra la zona boscosa que formó parte de un predio de mayor extensión integrado por cuatro fracciones que se segregaron del denominado La Mesa, que fue parte del antiguo Rancho de Oropeza, del Centro Cívico y Cultural Centenario del Cinco de Mayo de esta Ciudad de Puebla.
De esta forma, el gobernador está a un paso de atentar contra la afición taurina de Puebla, la cual luchó durante muchos años —a través de diversas agrupaciones taurinas— para volver a tener una plaza de toros, tras la demolición del Toreo de Puebla, el cual irónicamente fue destruido para que en ese terreno se construyera la tienda de autoservicio Blanco. En ese entonces, los aficionados intentaron sin éxito defender su plaza hasta que vieron caer piedra a piedra el histórico Toreo de Puebla.
Ese que vio partir plaza a las grandes figuras de la época de oro del toreo mexicano y a los monstruos españoles, incluido Manolete. Casi cuatro décadas después, ahora la afición poblana verá cómo se derrumba El Relicario, igual que los viejos aficionados atestiguaron la desaparición del Toreo. Lo grave del caso es que el gobernador no ha comprendido que no es el dueño de Puebla, que cada inmueble tiene una historia que debe ser respetada.