Más de 155 millones de hectáreas en el mundo han adoptado la agricultura de conservación como parte de su estrategia productiva. Estados Unidos, por ejemplo, tiene 35.6 millones de hectáreas, Brasil 31, Argentina 27, Canadá 18, Australia 17, China 6.6 y México únicamente 41 mil, lo que corresponde aproximadamente a 0.18 por ciento de su superficie sembrada.

A nivel mundial, en los últimos 11 años, esta estrategia se ha incrementado a un ritmo promedio anual de 7 millones de hectáreas.

En la experiencia nacional, en la Sierra Sur de Oaxaca tras un año de aplicar la agricultura de conservación con 170 productores de maíz ubicados en 8 municipios, se encontró un incremento promedio de 520 kilogramos de granos por hectárea. Además, 7 de cada 10 participantes reconocieron que hubo un aumento en el flujo de ríos y arroyos, menor escurrimiento de la lluvia, un aumento en la limpieza de los afluentes y también en la recarga de acuíferos.

Este estudio, realizado por Agrointensiva Consultores y apoyado por la Secretaría de Desarrollo Agropecuario, Pesca y Acuacultura (Sedapa), también encontró que 9 de cada 10 productores reportaron mejoras en la humedad del suelo, en la cantidad de organismos vivos y de materia orgánica.

En México, los suelos se encuentran en grave problema de erosión, pérdida de fertilidad, reducción de su capacidad para retener humedad y niveles de materia orgánica cercanos a 1 por ciento cuando deberían poseer 3, con un ideal de 5 por ciento.

En condiciones de un incremento constante de la población y consecuentemente de una mayor demanda de alimentos, las tierras agrícolas van a la inversa, no solo por su deterioro natural, sino por contaminación y el cambio climático que es una gran amenaza mundial.

Una gran experiencia que tuvieron productores de sorgo de la Mixteca poblana en 2000, quienes obtenían 4 toneladas por hectárea, fue que al adoptar la agricultura de conservación, aún con mucha resistencia, para 2010 ya obtenían rendimientos de 9.5 toneladas por hectárea y suelos con más materia orgánica. Es importante señalar que subir un 1 por ciento la materia orgánica del suelo requiere de casi 20 años.

Las ventajas

La agricultura de conservación consiste en eliminar el volteo de la tierra con el tradicional barbecho, el cual toda la vida hemos hecho con el arado de discos, y en su lugar solo roturar el terreno para sembrar con máquina manual o mecánica, mantener parte de los residuos de cosecha sobre el terreno para proteger la humedad y aumentar la cantidad de materia orgánica. Comúnmente, los residuos de cosecha se llevan a la casa para dárselos al ganado o se queman para que no estorben la siguiente siembra.

En su forma más moderna la agricultura de conservación incluye además el uso de semilla mejorada, sembradora de precisión, abonos orgánicos y biológicos, análisis químico de suelos, rotación de cultivos y cantidades de semilla de acuerdo con la meta de rendimiento.

Evidencias prácticas sugieren que la agricultura de conservación y las rotaciones de cultivos son más productivas y rentables, ecológicamente sostenibles como opción para reducir la degradación del suelo y una gran herramienta para enfrentar el cambio climático. Es la mejor estrategia para mejorar la productividad en zonas de temporal.

Experiencias desarrolladas por Leonel Barragán en la Mixteca poblana concluyen que la asociación de maíz con calabaza, como lo han hecho nuestros antepasados, duplica los ingresos en comparación con la sola siembra de maíz y asegura la cosecha ante condiciones de sequía. Cuando se agrega frijol se puede recuperar también la seguridad alimentaria de la familia, se mejora la fertilidad del suelo y la alimentación de sus animales.

Falta impulso

La adopción de la agricultura de conservación no se ha podido implementar en México porque no ha existido una política pública que la impulse. Ha faltado formar recursos humanos, técnicos líderes sobre esta estrategia. La mecanización del campo mexicano no ha pasado más allá del apoyo con tractores y en algunos estados, minitractores sin el enfoque integral de mecanización.

Lo que se ha avanzado en la agricultura de conservación se debe en mucho a lo que han hecho, a lo largo de los últimos 25 años, los Fidecomisos Instituidos en Relación con la Agricultura en el Banco de México (FIRA) en su Centro Demostrativo Villadiego, ubicado en Guanajuato. También por los aportes del Programa MASAGRO a cargo del Centro Internacional de Mejoramiento de Maíz y Trigo (CIMMYT), a lo que ha aportado el Consejo Nacional de Agricultura de Conservación y a esfuerzos estatales generalmente descontinuados por los cambios de gobierno.

La agricultura de conservación es hoy por hoy la mejor herramienta que el mundo tiene para enfrentar la baja productividad en las zonas de temporal y mitigar el cambio climático, una amenaza real a la sobrevivencia.

Tw: @jimenezmerino

Fb: Alberto Jimenez Merino

Instargram: ajimenezmerino