El día de ayer parecía un día de rutina para nuestra aldeana política. El gobernador acudiría con su séquito de aduladores a inaugurar las obras con concreto hidráulico del bulevar del Niño Poblano, pese a que estas no están concluidas.
Digamos que era una más de las pomposas ceremonias en las que el Señor de Los Cerros acude para continuar con su trillado discurso con el cual asegura que ha transformado Puebla.
Sin embargo, la rutina se terminó cuando se confirmó que Rafael Moreno Valle había convocado a la prensa nacional en el Hotel JW Marriott de la Ciudad de México.
Sin darse cuenta, Moreno Valle incurrió en una grave falta al trasladarse a la Ciudad de México en su horario de trabajo para ofrecer una rueda de prensa en la que no actuó como mandatario, sino como un aspirante presidencial que exige al Instituto Nacional Electoral se le respeten sus derechos políticos.
Por si fuera poco, el gobernador poblano se trasladó en el Agusta Grand, propiedad del gobierno del estado, en una flagrante desviación de recursos públicos para fines políticos personales.
Es innegable que Rafael se trasladó en helicóptero, toda vez que la ceremonia de inauguración del bulevar del Niño Poblano se retrasó una hora, iniciando a las 11 de la mañana y terminando antes del mediodía.
Casualmente, ayer salí con rumbo a la Ciudad de México a esa misma hora y llegué a mi cita en Polanco a las 3 de la tarde. Un tramo en reparación y un accidente en la autopista harían imposible la puntual llegada al salón Maximiliano del JW Marriott, donde lo esperaban reporteros nacionales.
Salvo que hubiera mandado a #LadyWuuuu para dar la rueda de prensa, es materialmente imposible que el gobernador hubiese llegado de otra forma que no fuera por vía aérea.
En conclusión, Rafael Moreno Valle fue a quejarse porque el INE atenta contra sus derechos de libertad, pero lo hizo violando la ley, utilizando la estructura de su gobierno, desviando recursos y en pleno horario de trabajo.
Ni más, ni menos.
¿Y mi tripack?
Seguramente Rafael pensó que la rueda de prensa a la que citó en la Ciudad de México era similar a las cómodas reuniones con directores y reporteros a modo en su gran sala del CIS.
Sin embargo, en la CDMX no hay tripack ni nada que se le parezca. Ahí hasta el reportero de Televisa va buscando la nota y espera el momento de que la rueda de prensa se abra a las preguntas y respuestas.
Pero al llegar al JW, el mártir de Los Fuertes no encontró a su tripack. Por el contrario, vio a un grupo de verdaderos reporteros esperando el momento de cuestionar.
Fue en ese instante cuando se anunció que el gobernador solo iba a leer un mensaje y no habría espacio para las preguntas.
Por supuesto el enojo reporteril no se hizo esperar y entre ellos confirmaron lo que era un secreto a voces: que el suspirante presidencial es totalmente intolerante a la crítica, a los cuestionamientos y que vomita a los reporteros.
Por eso es que extrañándolos mucho, al salir despavorido del hotel de la avenida Reforma y mientras abordaba su lujoso Agusta, preguntaba con angustia:
¿Y dónde está mi tripack?
Un breve adiós Selene
Siempre aguerrida, irreverente, luchando, confrontando, buscando y haciendo todo aquello que hacen los y las que nacieron para ser periodistas.
Muchas veces estuvimos en contra, otras coincidimos, pero siempre aferrada a sus conceptos. Fui víctima de su pluma, como ella lo fue de la mía. Así es la pasión y el celo del periodista.
Cierto, no fue mi amiga, pero al observar el sentimiento que provoca hoy en quienes sí lo fueron, me deja convencido de lo que era su esencia de mujer y de persona.
Se fue físicamente, pero Selene Ríos se queda con su tinta estampada en el papel, con todos y cada uno de nosotros.