Al C. Uruviel González  Vieyra. Presidente municipal de Tlalchichuca, Puebla.

C/c para los demás ediles del Estado y vecinos.

Muy estimado Sr. presidente municipal.

Un verdadero gusto dirigir a usted estas líneas al regresar a este desastre ecológico y ambiental que es ahora nuestra ciudad capital. Después de respirar el aire libre que prevalece en sus lares, ahí en las faldas de la montaña: el volcán más alto de nuestro México, el Citlaltépetl o Pico de Orizaba.

Tlalchichuca, sonoro y muy musical vocablo de la población bajo su edilato, cuya toponimia es: lugar de artesanos” o “lugar de los que hacen algo”; el erudito señor Peñafiel, por cierto oriundo de la región, nos dice, en su versión ampliada del vocablo que significa: “lugar de los que trabajan mucho la tierra, activos labradores”.

Que buena fiesta de toros ofreció usted a su pueblo y aficionados: de entre los siete lidiados, dos muy buenos, los de “La Laguna”, de “arrastre lento”: el primero de rejones y muy bueno el cierra-plaza, toro de despedida de Rodrigo Santos, al que el potosino le cortó el rabo; toro de bella pinta: Negro con bragas, axilado, meano, lucero, coletero y “tinero”, sin llegar a calcetero, pues tenía unas manchas blancas por sobre las pezuñas en los cuartos traseros. Jugaron y lo hicieron bien los otros 3 toros 3 con procedencia de “El Grullo” y una becerra de “Darío González”.

El muy buen espectáculo que da ese caballero en plaza, quien anda en triunfal gira de despedida se complementa de lujo, toreando por colleras con el joven Lorenzo Barroso, jinete con alta  ascendencia en las élites ganaderas de este país.

Abrió la tarde, esa gran tarde que seguramente quedará en el recuerdo de todos los tlalchichuquences la actuación de ese chaval, privilegiado del don del sentido de la ubicación y los terrenos taurinos; Cristóbal Arenas “El Maletilla”, cuya brega a la muy brava becerra de “Darío González” y faena que se premió con 2 peludas, mismas que pueden sumarse al total de 8 y un rabo. Siendo 3 y un rabo del caballista; tres de Tony García El Chihuahua Y dos del incansable Rafael Ortega.

Pero lo más importante y razón por la que le escribo es la fenomenal, estupenda respuesta del público que materialmente; año con año; este ha sido el tercero que estoy con ustedes, llena a  reventar los tendidos de la Plaza “El Pilar” ahí montada.

Ya al terminar, cuando la gente comienza a empezar a irse yendo; una señora mujer de pueblo, campesina, humilde, cuyo perfil checa con el de cualesquiera marchanta de nuestros mercados, se sentó junto a quien esto teclea y me preguntó: —Oiga y ¿Qué es el pañuelo verde ese que sacó?

Y, le respondo: —“Es para darle el rabo”. Mismo que en ese momento Rodrigo lucía orgulloso. —“Oiga aste…, preguntó con ese ingenio, bendito pensamiento mágico de nuestro pueblo…¿Y, se lo va a llevar a su casa? —Claro, le respondí por eso es un premio.

—Disculpe, concluyó la doña, “yo nunca había venido a los toros y bien que me fijé que con un pañuelo blanco le dan al torero una oreja y con 2, dos. Pero por eso vine a preguntarle ¿Por qué el verde?...Y, también pa’ decirle que le hace usted bien bonito...¡Se ve re bonito!”.

Poco después se acercó, mejor dicho, sólo se bajó una grada un señor ya de más edad, campesino también, pero muy sabedor de cosas del campo. Muy atento había estado a la monta de Rodrigo  y habíamos cruzado palabras: —¿Qué si los caballos eran enteros?, preguntó. ¿Y, qué si los manejaba más con la rienda o acicateándolos con las espuelas”.

Al final, descubriéndose, se despidió: —“Que, Dios me lo cuide a usted mucho…para que el año que viene…¡Vuelva usted a estar con nosotros en nuestra fiesta!”.

—“¡Claro…claro que por ahí estaremos. D. M.!”.

Toreo a caballo por Colleras, banderillas a dos caballos por Rodrigo Santos y Lorenzo Barroso.

Antonio García “El Chihuahua” con su contagiante alegría se echó, toreando, al público a la bolsa.

Una tarde triunfal quedará en el recuerdo de muchos. Salida a hombros de los 3, Rodrigo Santos, Rafael Ortega y Antonio García “El Chihuahua”.