Las cifras récord que se han registrado en los últimos ocho años sobre deportaciones de poblanos en Estados Unidos y los análisis autorizados de instituciones, del estado de Puebla, del gobierno federal y de aquel país, nos muestran que es catastrofista la previsión de que habrá una expulsión masiva de paisanos, una vez que Donald Trump asuma la presidencia de la Unión Americana el próximo 20 de enero.

En una prospectiva fría, con base en datos comprobables, no hay suficientes indocumentados, ni mexicanos, ni de otros países, que le alcancen al magnate republicano para cumplir su amenaza de deportar al menos 3 millones de personas.

En consecuencia, tampoco podrá darse un regreso masivo, por expulsión, de poblanos, como podría pensarse.

Vayamos a los datos duros y a las últimas declaraciones de Trump, quien suavizó su discurso xenófobo de campaña, una vez que resultó electo.

Al principio prometió a sus seguidores, la mayoría resentidos con los migrantes legales e indocumentados, que habría una cacería de indocumentados y que se expulsaría a todos del país más poderoso del mundo. Eso situaba en 11 millones de personas la cifra.

Sin embargo, luego el multimillonario corrigió y dijo que solamente serían alrededor de 3 millones de indocumentados, quienes tuvieran antecedentes penales.

Sin embargo, no hay suficientes personas que estén de manera irregular en aquel país y que además tengan un récord criminal para que Donald cumpla su amenaza.

De acuerdo con el Migration Policy Institute, apenas 690 mil indocumentados han cometido algún tipo de delito serio como para entrar en esa categoría.

De ellos es muy difícil saber cuántos son mexicanos y de estos, cuántos son poblanos.

La Secretaría de Gobernación, a través del subsecretario de Enlace Legislativo, Felipe Solís Acero, recientemente dio a conocer que, de acuerdo con sus estimaciones, Trump "podría deportar a México una cifra de migrantes indocumentados que no llega ni al millón”.

Es decir, si Puebla está entre las cinco entidades con mayor expulsión de migrantes -de acuerdo con el análisis de la Secretaría de Relaciones Exteriores (SRE)-, junto con la Ciudad de México, Michoacán, Guanajuato y Jalisco, no podría, en el peor de los escenarios, tener más de 100 mil deportados. Repito, en el peor de los escenarios, en el más negro de los panoramas.

Actualmente se estima que alrededor de medio millón de paisanos de Puebla, de los 2 millones y medio que viven en la Unión Americana, no tienen documentos en regla.

Eso reduce todavía más la posibilidad de deportaciones masivas de poblanos.

Encima, la zona triestatal de Nueva York, Nueva Jersey y Connecticut, donde se concentran alrededor de 1 millón 200 mil paisanos, casi la mitad de todo el universo de poblanos allende el Río Bravo, es de las zonas que tiene menos incidencia de expulsiones por parte de las autoridades migratorias estadounidenses.

Su tasa de detenciones y repatriaciones, de acuerdo con la SRE, es de apenas 0.2 por ciento del total. Ínfima.

Ahí, se reduce todavía más la potencial cifra de poblanos retornados a la fuerza.

A la luz de estos datos y análisis, no suena nada descabellado el número de posibles poblanos que serían deportados por el gobierno de Trump, que plantea la Coordinación Estatal de Asuntos Internacionales y de Apoyo a Migrantes Poblanos, del gobierno estatal, de 12 mil paisanos.

Ese número de retornados sería, así lo prevén las autoridades estatales, manejable, pues ni siquiera está cerca de los más de 23 mil que fueron deportados en 2011 por el gobierno del republicano Barack Obama, quien además tiene el récord de deportaciones de los últimos 30 años, de más de 2.8 millones durante todo su mandato.

La comunidad poblana de Estados Unidos y sus familias aquí pueden mantener cierta tranquilidad.

La visión de un regreso masivo, de un día para otro, sin dinero y sin empleos, de los paisanos, afortunadamente está alejada de la realidad.