Por supuesto que me declaro totalmente hispanotoreofilico. No en balde he afirmado un sin número de veces que mis íntimos me motean de “macareno”. No me desdigo de la pasión que para uno arrebatan los toreros hispanos, especialmente los sevillanos, los que tienen algo de andalú; pero de ahí a quedarse callado con lo que escribió el señor Verdeguer con respecto a la sustitución del chaval peruano que de cabeza cayó — acertadamente remplazado—, por el potosino Fermín Rivera, parece muy insultante el despectivo y muy desvalorativo comentario expresado de que la sustitución la haría un “torero baratito”, refiriéndose a Fermín Rivera.

Fue una lástima que los astados de “La Joya” de excelente presentación no cumplieron en bravura, coraje y celo como para que Fermín, sobre todo Fermín y los alternantes Octavio y Diego, pudieran taparle la boca a este señor que antes leíamos con interés, pero ahora que ha enseñado el cobre de la ardides y la amargura, ya le dimos puerta en contactos. Repito, una lástima que los toros de Rivera no hayan caminado, pero la clásica torera presencia de Rivera se justificó en demasía. Diego Silveti como premio a su devoción guadalupana sorteó al cárdeno, el toro del encierro, al que le cortó una muy merecida peluda.

Y, el domingo, vísperas de la gran fiesta de Nuestra Madre; la morenita del Tepeyac, ella se acordó de sus hijos, fieles aficionados y mandó al ruedo a “Peregrino” de las dehesas de don “Teófilo Gómez” en San Juan del Río y por fin pudo lucir en ese albero toda la mágica gitanería que porta el de La Puebla del Río, pero de otro río.

Lo ocurrido esa tarde en el albero de Insurgentes ya ha sido ampliamente comentado, elogiado y hasta debidamente menospreciado por los canes amargados que ladran y aúllan como ‘perros sin dueño a las puertas del cielo’Sabina dixit.

De lo magistral y muy lento que hizo las cosas Morante ya existe suficiente constancia escrita.

Por ello, prefiero pasar a comentar dos detalles, ambos ilustrados con foto: Ha estrenado en ese escenario Morante, “La Cigarrera”, que según el torero patilludo, ese es el gentilicio de las mujeres oriundas de La Puebla: “los lances son como si se toreara con una falda o se bailara con los flecos y los vuelos de la misma”. Afirmó el torero. De muy buen gusto y vistoso el lance de capote, incluso la novedad del lance confundió a narradores y cronistas que hablaron del manguerazo de Villalba y del quite de las flores. Grave error en el que cayeron por desconocimiento.

Y, lo otro a comentar también es un lance, y también incluyo foto: La Chicuelina de manos muy bajas, muy con el sello de la casa Manzanares & son, hermoso estilo de lancear al capote, manera de la que hurgando en el disco duro de la memoria, además de los toreros alicantinos, únicamente lo realizaban con muy especial sentimiento y forma, de los nuestros: Jorge Gutiérrez y Teodoro Gómez. Lance tan peculiar; José María hijo aún no alcanza a bajar las manos, casi a nivel de tobillo como divinamente lo hacía su padre; y que además de manera excesiva abuzan los de por aquí para darle horripilantecia y afear el lance, lo ejecutan de manera excesivamente “sobaquera”.

Pena, a veces da ver tanto trapazo etiquetado como el lance que inventara Chicuelo.

Para rematar, va la crítica, comentario, por nosotros muchas veces hecho de la muy socorrida, excesivamente sobada pregunta de los entrevistadores a los toreros, entrevista de callejón con la absurda pregunta: ¿Cómo se ha sentido con ese toro?...

Tal cosa, preguntó el ex joven Murrieta a Morante, al terminar la lidia de su primero, a lo que le respondió con una breve anécdota, igual cosa le preguntaron al Maestro Paco Camino y sabía y a la vez sarcásticamente, contestó:

¿Qué cómo me he sentido…?, obviamente, frente al toro ¡No se siente, se padece! ¡Vaya preguntas y comentarios que tenemos que padecer!

“Volver a torear la historia”, así describió la crónica lo toreado por el sevillano.

De estreno en La México, el quite de “La Cigarrera”, aportación de Morante en homenaje a las mujeres de su Puebla del Río.

Majestuoso toreo, el clasicismo en su máxima expresión. Por fin La México disfrutó del toreo morantino.

Chicuelina de manos muy bajas…muy a la Manzanares. Arte puro de muchos kilates.