El terminarse un año como este 2016, invita siempre a la reflexión y más si las hojas del calendario, nos fueron dejando recuerdos de quienes no estarán más en las carteleras de domingos y días de toros: Rodolfo Rodríguez “El Pana” el uno, y Víctor Barrio el otro; en su recuerdo y homenaje ya se anuncian corridas de feria plasmando en el cartel la estampa inolvidable de Barrio, ese torero joven sacrificado en las astas de un toro en el más puro ejercicio de su profesión

De “El Pana” debemos de recordar por siempre que era complicadamente inimitable ni siquiera Rodolfo Rodríguez pudo llegar a imitarle. Su recuerdo debe perdurar pero, no en base a una troupe de torianderos que quieren ser como él, caminar como él, vestirse como él, parecerse a él, tratar de imitar, lo inimitable.

Pero la reflexión quizá más importante nos invita a hacerla la sentencia, hace unos días del ganadero don Fernando Cuadri cuando dice: “Como ganadero, veo dos grupos, uno que se dedica a dar espectáculos taurinos y otro a criar corridas de toros”.  

Esa es una gran verdad que afecta a nuestra fiesta de toros, pues son al menos una quinteta de conocidos ganaderos que han sacado su labor por fuera de las lindes de sus potreros, para dedicar buena parte de su tiempo, sus esfuerzos y sus dineros, a empeñarse en dirigir los hilos de la fiesta desde los escritorios empresariales.

Claro está que a cómo andan dándose las cosas bien se puede cuestionar: ¿Sí no lo hacen ellos –hacer empresa– quién lo va a hacer? Cierto muy cierto, pero el tema tiene muchos vericuetos, y uno de ellos es la necedad de algunos ganaderos, que hacen empresa para que sean toros precisamente de sus dehesas los que se acartelen. Esto resulta muy justificable en algunos casos, sobre todo si los encierros seleccionados cumplen con trapío, presencia, edad y peso.

Pero también muy cierto es que no siempre resulta así. Sin entrar en profundidades de ¿Cómo, a qué precio facturan estos toros los ganaderos a sus propias empresas?  ¿Será esta, y sus efectos ante hacienda la clave de estos intereses? Vaya Usted a saber. La verdad es que en algunos casos, lo visto, lo que ha salido de toriles es para dar vergüenza. Aquí cabe la pregunta a algunos de estos empresarios ganaderos:

¿Debieran sentir vergüenza de no haber sentido vergüenza por lo hecho? Y, pregunto: ¿Qué orgullo, satisfacción puede sentir un ganadero al ver sus toros en un cartel que él mismo promueve?

El término de un año y los albores de otro, nos obligan a ser propositivos: Si, que sigan los señores ganaderos haciendo empresa, pero que no olviden la función primordial de sus Casas de toros, criar: Seguir en busca del toro que al salir de toriles arranca la ovación, el aplauso cerrado, las manifestaciones de asombro ante la presencia de Su Majestad el Toro.

Fuerte, muy llena de verdad esta sentencia, lo dicho por don Fernando Cuadri sobre la verdadera misión de los ganaderos.

A buscar un toro muy entipado y con mucha verdad en la cabeza, a eso deben encaminar sus esfuerzos los criadores de toros bravos.

Sin esta presencia en la fiesta de los toros. La fiesta deja de serlo. (Foto Fernando Jiménez).