No, lo contrario a la moral, no es la inmoralidad. Lo que en verdad termina con cualquier tipo de moral es la desmoralización. Estar, como se dice coloquialmente, con la moral baja es la llave que abre la puerta a la inmoralidad. Este es el pensamiento de uno de los grandes filósofos de habla hispana: don José Ortega y Gasset.

Y cuando la desmoralización sienta su trono en un grupo humano, lo que prevalece es la indignación, el coraje, la venganza irracional, la desconfianza; en fin, la muerte de la esperanza.

No hay mejor caldo de cultivo para los depredadores de la moral que un ambiente en el que la esperanza haya muerto; un ambiente en donde los individuos hayan perdido la fe en sí mismos, en sus instituciones y en sus hermanos.  

Cuando vuelvo los ojos a este mi país y veo que efectivamente la falta de moral campea por todas partes; es decir, no solamente en los grandes actos de corrupción que parecen ser el distintivo de nuestra idiosincrasia; sino también en esa carencia de moral con la que nos expresamos en los medios de comunicación —ahora abiertos a todo aquél que tenga un dispositivo móvil—, cuando veo la falta de moralidad que significa el cinismo con el que nos indignamos de lo público, pero enterramos lo privado, bajo cualquier tipo de justificaciones; cuando sé y asumo que también yo pertenezco a esta sociedad que parece gustar cada vez más en promover y publicar los vicios por encima de las virtudes; entonces me doy cuenta que estamos desmoralizados.

El ejemplo de la desmoralización es sencillo; es navegar con la desesperanza que es hija de una baja moral; es navegar en la inercia del enojo. Los amigos del futbol lo entienden: es como cuando vas perdiendo 4-0 y te da lo mismo que entre el quinto gol en contra.

Es verdad, estamos muy enfadados; quienes desde hace decenas de años trabajamos en una búsqueda más de una vida buena que de una buena vida, nos sentimos lastimados por quienes nos han robado la fe en las instituciones. Pero el punto es que aquí empieza el círculo vicioso: el enfado es uno de los distintivos de la desmoralización, y la desmoralización le abre el paso a la inmoralidad; a la de los gobernantes, de los grupos de poder, pero abre también la puerta a mi propia inmoralidad.

Entonces, en la decepción, me es más cómoda la protesta desde el escritorio, desde mi teclado; mientras sigo educando a mis hijos para que busquen un trabajo exitoso y no para que sirvan a su hermano; mientras reproduzco una y otra vez esa conducta de mexicano “chingón”, que ya da pereza repetir: “a mí no me ven la cara”, “lo siento, pero tengo prisa”, “mi cuñado me consiguió mejores entradas” , “a ver cómo le hago pero yo quiero ese aparato”…

Nos indignó el hecho de que Enrique Peña pudiera haber plagiado su tesis de licenciatura; nos indignó que Videgaray, con un cinismo supino, dijera que “va a aprender” a ser diplomático. Nos indigna cuando es público, mientras, en lo privado, se siguen confeccionando títulos profesionales en mil universidades; seguimos pidiendo “oportunidades” de chamba aun en la conciencia de nuestra incapacidad. Seguimos mirando NETFLIX cinco horas y no abrimos un libro…

Saldremos a las calles a protestar por el gasolinazo, y habrá razón de protestar. El caso es que nada va a suceder porque en la vida personal, cada uno, seguimos desmoralizados y acaso, será que prestemos un poco de nuestro enfado para ejercer, lo que alguien llamó “el derecho al pataleo”. Mañana, nos dará pereza ir a votar; rebasaremos por la derecha; empujaremos sin piedad para alcanzar un lugar en el metro… etcétera…

Tal vez sea posible no desmoralizarnos y cerrar el paso a la inmoralidad que nos gobierna… Porque por cada rufián atracador, hay también una madre que se levanta a las 5 de la mañana a vender sus tamales; por cada demonio narcotizado hay un joven que hace malabares en una esquina y se compra un taco o se paga la prepa abierta. Por cada diputado cínico que se autootorga un bono anual, hay un profesor que acrecienta su conocimiento para donarlo.

No, no todo está perdido… El caso es no desmoralizarnos.

Hasta la próxima…

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